Incluso tú, Sandra #12

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James no pudo concentrarse luego de la llamada de Brenda. Se sentía obligado, siendo objetivo, pues no quería que sus verdaderas causas entorpecieran un lío de faldas y de farandulilla como solía recalcar. Si había que acabar con la tranquilidad y esa especie de delirio mesiánico que palpaba Martina, iba a ser de manera profesional, con base. Pero estar cerca de ella también le sumaba puntos extras.

«Noticiero Central», recordó al finalizar la llamada. ¿Qué se traía Brenda entre manos?

No tenía mucho que hacer, más allá de repartir currículos de manera presencial, así que se daría el tiempo de juntarse con la mujer. De seguro se traía una «bombita», lo que tampoco le gustaba. Su plan era ir de a poco, lanzar pequeños petardos que pudieran ir desbaratando a la autora. La idea era jugar con psicología, y la morena carecía de inteligencia para él. La mujer solo estaba enfrascada en la venganza y en el dinero. Era otra frustrada que veía culpables, sin asumir sus actos. En resumidas cuentas, ella era Pinky y el Cerebro. Rio al imaginar la escena, pensando de todas formas, en que sin el larguirucho ratón, la serie no tendría mucho sentido.

«De algo servirás, Romano», caviló cogiendo su sobre todo, para reunirse con ella.

«De algo servirás, Romano», caviló cogiendo su sobre todo, para reunirse con ella

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Brenda no dejaba de refregarse las manos. La ansiedad la carcomía. Marie, aunque aparentara ser algo boba, sabía cómo actuar. Era bonita, coqueta y desenvuelta. Suficientes dotes para sacarle la verdad a cualquiera. Esperó a la pelirroja con cierta molestia, ya que la reunión con Lee le era de suma importancia, pues él sería quien propagase a los medios sobre Martina. Sí, había otra antagonista en el entuerto, alguien relevante y participante en el Noticiero Central. Alguien que tampoco simpatizaba mucho con Adriano, pero ella no se fiaba con que brindara la información de la manera que ella deseaba. Muchos temían las represalias, más sabiendo que la mujer tenía amigos en todas partes. Tampoco quería un grupo de feministas a su ciega.

Marie, con la parsimonia que la caracterizaba, ingresó con convicción a su hogar. Se sentía dichosa que Brenda se decidiera después de mucho tiempo estar con ella, después de tantos intentos fallidos para que esta dejase a Martina, creyendo a rajatabla todo lo que su mujer le contaba; desde maltratos verbales, psicológicos y por supuesto, físicos. Aunque conocía el carácter de la mujer, quien no parecía dejarse pisotear, su devoción hacia ella pétrea, que si le hubiera pedido que se lanzase del Empire State esta lo hacía. Con la galanura que emanaba con solo sonreír se dirigió directo al dormitorio, donde la morena terminaba de maquillarse con premura.

—Vaya, ya era hora —dijo enarcando las cejas—. Estoy por marcharme. Lee me espera.

Marie dejó su bolso en la cama y se lanzó hacia esta.

—Está en Yarland.

Brenda se dio vuelta, mirándola con extrañeza.

—¿Estás segura? —preguntó con cierta incredulidad.

—¡Lo estoy! —respondió jactándose.

—No lo creo, ella odia lo rural.

—Me lo dijo la secretaria. —Se levantó paseándose por el dormitorio—. Dudo que haya escogido los Hamptons, cariño.

𝓤𝓷 𝓭𝓾𝓵𝓬𝓮 𝓭𝓮𝓼𝓹𝓮𝓻𝓽𝓪𝓻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora