Decepción

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A sus veinte y cinco años Patito era toda una leyenda del Pop. Su vida era de ensueño y su apariencia de lo más hermosa, Aquella niña de trenzas había quedado en el olvido y dejado a una mujer bella y de curvas.

Todo parecía que iba de maravilla pero nunca se puede estar tan calmado en esta vida.

Desde los vidrios de su auto notó las gotas de lluvia que comenzaban a caer, todo el día había estado nublado pero solo hasta ahora no había caído ni una gota.

Las rutas comenzaban a empaparse y el tráfico aumentaba, estaba cansada. Hoy era uno de esos días ajetreados, las entrevistas y visitas le consumieron el día, pero por fin estaba de regreso a casa y con un poco de suerte encontraría a Matías antes de su viaje. Ya lo tenía todo coordinado, hablo con su representante para retrasar su vuelo hasta mañana y por lo menos hoy podría estar con su adorado. Realmente lo sorprendería está vez.

Una sonrisa se dibujo en su cara, miro el semáforo que marcaba verde y siguió su camino. Las luces de la hermosa ciudad de Buenos Aires comenzaban a brillar mientras que el cielo se tiñó de negro sin estrellas pues la lluvia no disminuía.

Luego de un tiempo llego a un Barrio privado y recorrió por la inmensas casas lujosas. Al llegar a su destino detuvo el coche y de inmediato un sirviente vino a su presencia, le sonrió y le entrego las llaves para que lo estacionara en el garage. Siguió su camino mientras más empleados la acompañaban y le habrían las puertas.

Aunque todo el mundo era amable había algo raro en sus rostros pues sus ojos no dejaban de mirarla con ¿Preocupación? ¿Lastima? Negó, ya estaba imaginando cosas debido al cansancio.

Subió las escaleras y maldijo haber traído zapatos de tacón altos, también de que la casa sea tan grande pero ni modo tenía que seguir. Cuando llegó al tercer piso miro todas las puertas de las habitaciones y suspiro de cansancio ya que su amado eligió la del final del pasillo.

"Cuando vuelva le voy a decir a Mati que se cambie a la primera habitación, no, mejor al primer piso así ya no tengo que subir esas escaleras" pensó tontamente.

Ya estaba frente a la puerta y ¿Estaba semi abierta? ¿Y ese sonido?

¡BRRING!

¡BRRING! 

!BRRING!

Miro por el espació que le permitía la puerta intentando no hacer ruido y...

—Matiu, te dije que lo que no quería que nadie nos interrumpa— hablo una mujer mientras se reía.

Conocía muy bien esa voz, tomo su mano y la depósito en sus labios para que no produjeran algún ruido. Se sacó lo tacones que hacían ecos al caminar que probablemente no escucharon pues estaban muy ocupados en su burbuja.

Camino rápido mientras seguía  escuchando la conversación de la habitación.

—es urgente, es Raúl... ¡¿Que?! ¡¿Y la dejaste subir?!  ¡¡Mierda!!— tiro su teléfono al piso mientras se paraba para vestirse.

—¿qué pasa Matiu?— lo miro desconcertada.

—Patito está acá.

Al oír aquello se apresuró a bajar lo más rápido aquellas escaleras y en poco tiempo llego al primer piso.

—¡rápido mi auto!— gritó mientras se dirigía a uno de ellos — Avisa a tu jefe, que no se le ocurra seguirme.

Espero impaciente ya en la puerta principal y apenas se detuvo, corrió a su coche y se subió. No pasó mucho de que arrancó que por los espejos del retrovisor vio como Matías salía y corría pero ella no tenía planeado frenar y escuchar una explicación, simplemente no hacía falta.

Las gotas de lluvia golpeaban el vidrio del auto y la noche se volvía más fría pero eso no le importaba, pues no solo caín gotas de otro lado del vidrio. Secó sus mejillas húmedas y miro brevemente al espejo, su maquillaje estaba corrido y sus expresiones no la ayudaban, simplemente se veía un desastre. Volvió su mirada al camino y siguió.

Manejó por las calles sin tener un rumbo fijo y mientras pasaba un semáforo en rojo pensó "Bruno..."

¡PIIII!

¡PIIII!

Volvió en si y freno, un camión casi la pasa por enzima. Ya no podía manejar, le temblaban las manos. Tomo su celular y le marco.

—¡Hola patito¡— Aún sin verlo podía decir que estaba feliz y sonriente, como siempre.

—Bruno... Por favor... Vení— con su voz entre cortada pudo decir algunas palabras.

—tranquila Patito !ya mismo voy para allá!— Colgó y mando su ubicación por mensaje.

Se abrazo así misma y pensó en todo lo que había vivido ese día. Recuerdos hermosos venían a su mente y le jugaban una mala pasada.

"Gracias"

"¿Estás bien? ¿Te duele algo?"

"No, si... No... Eh.. Poquito"

"No entiendo, ¿Te sentís bien?... ¿Cómo te llamas?"

"Patito y ¿vos?"

"Matías"

Maldijo ese día, si tan solo no lo hubiera conocido en aquella ocasión en dónde solo ella se enamoro. Se podría a ver evitado muchas penas y dolores, sobre todo la de hoy.

Si tan solo no se hubiera ilusionado con el interés que tubo él con Cleopatra, si él no la hubiese salvado cuando se ahogaba, si no hubiera cortado con Antonela o si solamente se hubiese rendido con el primer engaño en su noviazgo, todo sería diferente.

Ahora se encontraba destrozada y muy afligida ¿Cómo le daría aquella terrible noticia? No quería lastimarlo era como un hermano para ella ¿Cómo podría borrarle esa sonrisa? Lloro más fuerte por no saber que hacer.

Escucho un auto estacionarse y una puerta cerrarse mientras el sonido de unos pasos era cada vez más cercano. Se diviso una silueta del otro lado de la puerta del acompañante y con un suspiro muy largo le permitió la entrada.

"Es hora" pensó.

Al abriste la puerta y verla en tal estado Bruno se alarmó. Ella no lloraba por cualquier cosa por lo  que era grabe lo que pasaba.

Con la voz más suave que pudo Preguntó.

—¿que pasa Patito?— le brindo una sonrisa a pesar de estar preocupado con tal de que ella de calmara.

—¡Bruno!— salto de su asiento al del acompañante y lo abrazó mientras lloraba más fuerte.

Realmente no quería quebrarse enfrente de él pero sus brazos eran seguridad para ella. A pesar de todos los malentendidos con respecto a su relación en el pasado ellos nunca se separaron y aunque cada uno tenía su vida siempre estuvieron presentes en todos los momentos claves de su amigo. Esa amistad hoy era más fuerte que nunca y aunque hasta ahora había rumores maliciosos de ellos eso no pudo separarlos. Su amistad es de las que no tracienden con los años.

Bruno correspondió el abrazo y le dió palmaditas en su cabeza. La lluvia comenzaba a mojar sus cabellos y su ropa, pero eso a Bruno no le importaba era más importante saber que le había pasado a su amiga.

Cuando se calmo secó sus lágrimas y ambos se sentaron en los asientos traseros y abrasados ella le habló.

—Matías me engaño...— me costaba decir lo siguiente.

—¡¿Que?! ¡¿Cómo que te..?! ¡Ah! ¡Yo lo mató! ¡Yo lo mató! Y...— fue interrumpido.

— con Antonela— cuando Bruno la miro ella mostró lo que sentía; tristeza,  lamento y dolor, por él.

—¡Oh! — exclamó, lo analizo un momento y luego florecieron sus sentimientos — ¡Que desgraciados! ¡Se cagaron en nosotros! ¡Pero me van a escuchar!

—Bruno...

—¡van a ver qué que con nosotros no se juega!

—Bruno— está vez tomo su manga captando su atención.— hoy no.— lo miro a los ojos y confirmo lo que ya sabía, Él también estaba llorando.

Secó las lágrimas de su amigo y lo abrazó nuevamente. Este era un momento amargo para ambos por lo que desahogarse y consolarse era una tarea mutua.

segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora