> "Podrás cambiar el cuerpo con otra piel, pero no al corazón con otra alma".
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Solía ser una chica dulce. Nadie imaginaría que en ella surgiría un cambio radical por el amor, el amor del dulce Tails, un chico...
Una mañana tranquila y silenciosa, me llena de ansiedad. Mi casa es grande como para vivir solo yo, pues la soledad se hace mucho más presente.
Son las cinco de la mañana, que pereza, la universidad es pesada, pero no importa. Sigo mi rutina aburrida de siempre, aquella que es desde la escuela, cepillarme, ducharme, vestirme; un vestido naranja y mis típicos zapatos color naranja con amarillo y tacones, peinarme y ... Ponerme mis listones celestes.
Jamás me olvido de ellos, pues, a pesar de que me traen nostalgia, siempre han formado parte de mi ser.
"— Este es un regalo para ti Cream. — le da un par de bellos listones celestes. Ella, una pequeña niña de ojos chocolate, los mira con timidez sonrojándose a su vez. Rápidamente él se los coloca en el cabello de la niña. -- je pero mira nada más lo bonitos que te quedan."
Que nostalgia. Solo me estaba mirando al espejo sin ningún rastro de tristeza en mi rostro ante ese bello recuerdo de aquel suceso, sin embargo, mis lágrimas son traicioneras, pues, ya estaban invadiendo mis mejillas a los pocos segundos. Las sequé de inmediato.
Hoy es el primer día que asisto a aquella universidad, Emerald Caos, dicen que es prestigiosa, y que solo los diez mejores en la escuela ingresan a ella. Quién sabe lo que me espera. Alisto todo lo necesario y me despido de mi solitaria casa.
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En la trayectoria del recorrido, vi que frente a Emerald Caos, se ubica un parque, en donde habían parejas más que cualquier otra cosa, como los odio, me hacen sentir sola.
Los tacones de mis zapatos hacían ruido a cada paso que daba, lo cual provocaba que las personas voltearan a verme, en especial, chicos, los ignoro y eso es todo.
Llego a la universidad, es inmensa, en la parte superior del portón lleva en letras cursivas y doradas el nombre "Emerald Caos". Siento nervios pero aún así entro sin pensarlo dos veces. Las chicas que están sentadas en el banquillo bajo el gran árbol de cerezo, leyendo al parecer, me miran extrañadas. ¿Tan rara les parezco?.
Me toca en el salón "3-A", se ubica en el cuarto piso, al dirigirme a las escaleras, puedo notar que al lado hay un ascensor, ¿Qué clase de mansión es esta?. Tomo el ascensor, presiono el botón del número cuatro y me sostengo de la baranda para no caerme o tener mareos, la puerta comenzaba a cerrarse.
—¡Espera! —detuvo las compuertas antes de que estas se cerraran por completo. Entrando así muchas más personas.
Genial, lo que faltaba.
Es incómodo, somos como diez dentro de este pequeño ascensor.
- ¿Acaso eres nueva? - me preguntó un chico de cabello marrón y orejas de oso.
