-¿Así?-pregunté encorvándome
-¡No Lice! ¡Así no!
-Entonces ¿cómo?
Tomó mis brazos con sus pequeñas manos y los extendió-así, podremos volar, tan alto que los dragones nos temeran.
-No seas tonto John ¡los dragones no existen!-dije mientras veía el mar
-Claro que sí. ¡Argh!-trataba de imitar sonidos guturales.
-¡Ah! ¡Atrápame si puedes dragón!-gritaba al jugar...
-¡Catalice! ¡Catalice!...Su majestad-una voz interrumpió.
Desperté alterada.
-¿Está bien? Estaba llorando.
-Yo-toqué algunas lágrimas que estaban a punto de secarse por si solas-No, yo no.
El sol apenas se asomaba por el este.
-He ideado un plan de guerra.-mencionó Wolfyer.
-Le escucho.
-Podemos rodear el valle emboscar poco a poco a los campamentos.
-No sabemos que tan distribuidos están. Envié hombres a espiar.
- Tardarán dos días en regresar su plan no funcionará si ellos están tan juntos. Los emboscarán.
-Entonces ¿qué propone?
-Bueno, yo...-continuó.
Sus ojos eran mares de recuerdos, tal vez opacados por el tiempo del que alguna vez fuimos prisioneros, que llenó de vacíos nuestras mentes tratando de apartarnos el uno del otro. Mis manos deseaban cubrir las lágrimas de mis ojos para que él no lo notará. Así que me retiré, no deseaba que su mirada enlazará mi corazón con el suyo, ¡no más! me repetí a mi misma destrozando aquellas esperanzas que me hicieran recordar cualquier momento que hace trece estaciones me marcaron.
Cabalgué por la playa hasta oír otro galope.
-Vaya pensé que no querría acompañarme Wolfyer. Lo siento es sólo que estoy un poco frustrada con todo esto, dirigir un reino de la noche a la mañana no es fácil.-Él sonrió.
-Es bastante hermoso. ¿Es acaso una ruina lo que se alza por allá?
-Sí, hay una leyenda de hecho.
-¿Y qué dice?
-Un día hombres de barbas oscuras llegaron con el viento del este,eran buenos navegantes, sabían leer las estrellas con tan sólo alzar sus manos, medían el tiempo con artefactos jamás antes vistos, su inteligencia estaba más allá que la de los dioses. Llegaron a esta costa justo donde se alza el puerto hoy en día. Formaron una civilización, muchos la llamaban "la fuente del conocimiento" hasta que otros hombres de lejanas tierras del norte llegaron a invadir ,destruyeron los templos y ciudades, una verdadera masacre. Nada se salvó más que una simple columna de un extraño templo la misma que se observa desde aquí. Desde ese día los bárbaros han gobernado estas tierras.
-Nosotros...
-Sí, llevamos en nuestras venas la culpa de tales acontecimientos. La ignorancia y la ambición por territorio que no nos pertenecía destruyeron todo. Hay veces en las que no quiero ser reina, por esto...
-No se culpe por eso su majestad, está en usted cambiar eso.
-Míranos un reino tan decadente como ningún otro.
-Usted ya me ha contado la historia de esa columna, pero no la suya.
-¿Se atreve a...
-No quería ofenderle.
-Silencié un momento y cerré los ojos-Todo comenzó cuando iba al mar con mi amigo, me mojaba los pies y corría junto a él, le gustaba contarme la leyenda de los hombres del este-sonreí- años después nos dejamos de encontrar-mi sonrisa se borró-el destino nos sorprendió, nos tenían que preparar para ser los próximos gobernantes de nuestros reinos, me prepararon para ser reina, más bien esposa de un rey. No volví a saber de mi amigo. A los once años sabía lo necesario para gobernar, sabía hablar tres idiomas más. Mi madre me decía todo acerca de la educación. Debía de gobernar. Años después supe que mi amigo había sufrido un accidente, no lograba recordar nada, ni siquiera su propio nombre. Dicen que poco a poco logró recuperarse pero no del todo.-una lágrima amenazaba en brotar de mi ojo-Mi padre desapareció un día en el territorio enemigo, jamás lo volví a ver. Asumí el cargo, dirigí mi primera guerra y aniquilé al reino que asesinó a mi padre, después me sentí culpable. Fui muy fuerte. Pero me comporté como aquellos bárbaros del oeste, aunque para mi moral fue inaceptable, la sed de justicia y venganza fue más fuerte.
Tomó mi mano para tranquilizarme. Veíamos hacia el horizonte. La espuma del mar arrastraba los viejos recuerdos que ansiaban ser leídos. La brisa los murmuraba pero su alma no podía oírlos.
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La Reina De Fuego
RomanceCatalice Eagleter, heredera al trono de las tierras del centro, poderosa y firme. John Wolfyer, heredero de la tierras del este, llega pidiendo apoyo a los Eagleter para combatir al enemigo y recuperar su reino. Pronto Catalice se dará cuenta de qu...