John y yo regresamos al castillo. Al entrar nos topamos con mi madre y con el príncipe Henry. Todos hicimos una reverencia.
-¡Primo!-llamó a John
-¡Henry! ¡Cuánto tiempo!-se abrazaron.
-¿Qué te trae por aquí?
-La defensa de mis tierras.
-Vaya...
-¿Y a ti?-preguntó John
-Arreglos de matrimonio-Henry me volteó a ver
-Indefinidos aún-dije
-¿Les parece si vamos por té al salón?
-Claro.-dijo Henry
Sonreímos fingiendo todos.
El príncipe Henry no me simpatizaba tanto.
Tomamos el té el ambiente era tenso, era notoria la rivalidad entre John y Henry.
Al terminar mi madre insistió en que nos quedáramos a discutir el tema del matrimonio, pero me safe. Siempre tenía una excusa.
John se había retirado un poco antes que yo, así que fui a buscarlo a su habitación.
-John-le llamé-¿Quieres venir?
-¿A dónde?-me preguntó mientras hacia a un lado el libro que leía.
-A la playa.
-¿Por qué quisiste que te hiciera compañía?-me preguntó al sentarnos en la arena.
-¿Qué no es hermosa la vista?-pregunté
-Sí lo es, por supuesto-sonrió al ver el horizonte.
-La verdad es que a veces me siento un poco sola. Tengo diecinueve años apenas. No creo que lo mío sea casarme con desconocidos y gobernar.
-¿Entonces cuál es tu sueño?
- Sería explorar nuevas tierras, viajar, saber que hay más allá.-Sonreí-¿Y el tuyo?
-Es algo parecido. Viajar. Cuando sea rey haré lo que yo quiera-rió-Navegar hacia territorios lejanos y misteriosos y si alguien me traiciona mandaré a cortar su cabeza-bromeó.
-El único problema es que no sé leer las estrellas-reí-pensarás ¡Qué chica tan tonta!
-Te enseño-sonrió-soy un maestro en esto.
-¿En serio?
-Sí, leí unos libros de astronomía y creo que sí se me quedó algo en la cabeza-me guiño el ojo.
-Tenemos que esperar a que anochezca.
-Por mi no hay problema-Sonrió nuevamente.
-Bien en lo que esperamos, nadaré-corrí con mi camisón agitándose por la brisa.
Me sumergí y al sacar mi cabeza no vi a John en la arena
-¡¿John?!
Sentí un chorro de agua salpicar mi espalda.
-¿Creíste que me iba a quedar allí sentado?-dijo John
Comenzamos a jugar, todo era perfecto.
-¿Sabes? No quiero regresar al castillo, hoy no.
-¿Entonces qué quieres hacer?
-No lo sé, ya se nos ocurrirá algo-le sonreí
-Ven acá Catalice-dijo travieso y me acercó a él.
Estábamos frente a frente, las olas salpicaban nuestros rostros.
-Yo...-decía John viendo mis labios-quiero enseñarte a usar tus poderes bajo el agua-dijo separándose un poco.-Debes de concentrarte piensa en el oleaje, haz que tus poderes se muevan al ritmo del mar, siente cómo te relaja. Si alguna vez tus poderes se salen de control debes de recurrir al mar, nada en él y siéntelo. Esto hace que nos tranquilicemos .
-El agua tranquiliza el fuego.-Nos miramos fijamente. Sentí su pulso era acelerado, a decir verdad el mío estaba igual.
Me tomó por la cintura y me atrajo hacia él, lanzó hacia atrás y con delicadeza el mechón de pelo que cubría mi rostro.
Su mano acariciaba mis mejillas, tomó mi cara entre su mano.
La luz de la luna alumbraba el oscuro mar.
Esperaba mi paso, quería saber si el sentimiento era mutuo.
Él comenzaba a retirar su manos cuando, lo agarré del cuello y lo besé.
Fue apasionado, fue como probar los labios de un dios griego. Suaves y salvajes.
El pecho de John ardía-¿El mar no controlaba el fuego?
-No el que siento por ti.-siguió besándome.
Después de unos cuántos minutos John regresó del mar.
-Reuniré leña para hacer una fogata.
-Está bien-sonreí
-Y Lice.
-¿Sí?
-¿Quieres mi abrigo? Estás temblando.
-No es necesario, gracias.
-Claro que sí.
Me cubrió con su abrigo lleno de arena, eso es lo que menos importaba.
Realmente no era necesario, podía calentarme, era un sangre de dragón. Pero no quería rechazarle el abrigo.
Anocheció y pudimos ver el cielo estrellado, los cuerpos celestes brillaban con mucha intensidad.
-Esa es la constelación que más me gusta-señaló en el cielo- se llama Hércules, me parece.
Me enseño como guiarme por medio de las estrellas.
-Las personas son como las estrellas no todas están realmente allí, lo que vemos es su luz. Lo que alguna vez las personas hicieron en la vida tendrá su eco en el más allá.
-Tienes razón John-me recosté en su pecho y caí dormida.
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La Reina De Fuego
RomanceCatalice Eagleter, heredera al trono de las tierras del centro, poderosa y firme. John Wolfyer, heredero de la tierras del este, llega pidiendo apoyo a los Eagleter para combatir al enemigo y recuperar su reino. Pronto Catalice se dará cuenta de qu...