V. Sapos, gánsters, mazorcas, testamentos y Juan... ¡ES EL FIN!

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—Secuéstrame.

No.

—Ráptame.

¿Esta noche?

—¡Cuánto antes!

Luck...

—No, espera. Mejor me escapo con Ozuna, pero tranquilo, no le dejaré comerme. Sé que no me va a encantar.

Una señora me mira con espanto y luego alza el mentón para alejarse indignada.

¡Estábamos en pleno siglo XXI, oiga más respeto! 

¿Pero qué dices, Luck?

—Que la invitación de Ozuna me cae mejor que la propuesta indecente de Romeo Santos. Por lo menos el primero no va a culpar al alcohol —siento un jalón y maldigo a las Vírgenes que me odian tanto. No entiendo, si casi que soy uno de ellas—. ¡Lusho, estate quieto!

Y por supuesto que no me hace caso, sigue jalando de la correa como si tuviese la fuerza de un caballo salvaje. Inserte music de Spirit aquí antes de que me tire por todo el pueblo como si yo fuese su muñequito.

—Por favor, sálvame. Mi vida está peor que la teoría de Buscando a Nemo —imploro mientras voy caminando y Lusho por delante. Ni loco iba a ir por las calles con un bolso en mi hombro y un chihuahua dentro—. ¿¡Papá!?

Lo sé, Luck —suspira él desde el otro lado y un tractor pasa haciendo mucho ruido—. ¿Por qué crees que me fui?

—¿Qué?

Que tu tía Dolores está casi senil.

Lusho me da otro jalón. ¡Pero que cucarachas le inyectaron a este perro!

—Pobre tía Dolores, no sé nada de ella desde la última vez que estuvo en casa —asiento ante el recuerdo—. Se fue molesta porque Lusho se comió sus pasteles.

Pero si fuiste tú, Luck

—¡Aquí todo el mundo sabe que ese monstruo tiene un agujero negro en vez de estómago! —le escucho reír y no pude evitar contagiarme también. Hasta que el dichoso diablo vuelve a tirar de mí—. En serio, papá. Llévame contigo.

Hijo, sabes que solo estoy por trabajo aquí en Nobolberhé, no son vacaciones. Además, esta ciudad no te gustaría.

Miro a la rata oler caca ajena en la acera y hago una mueca.

Ya me vale, ni modo que fuese un permiso de aparcamiento aceptado por el ayuntamiento.

—Cualquier lugar es maravilloso si no está Lusho. Él quiere asesinarme y esconderme en el bosque lejos de la civilización, donde nadie podrá encontrarme jamás. Me reemplazará y se casará con Adriana. ¡No tengo pruebas, pero tampoco dudas!

Tenía un día de perros, y lo que me faltaba. Casi que literalmente la ironía se sentía. 

Resiste campeón —dijo y Lusho comenzó a ladrarle a un maniquí. Que perro más idiota—, que si lo hace tranquilo que todos te recordaremos.

—¿Qué?

Que mi jefe me llama y ya me debo ir yendo —pausó por un breve momento—. Hablamos luego, Lucky

—Aguarda, ¿no preguntarás por mam...?

Ni tiempo me dio a formular la pregunta cuando Lusho hizo el jalón supremacy hacia solo la Parca sabía dónde. Ya de él me esperaba que me posicionara en mitad de la calle cuando el semáforo estuviese en verde para los vehículos.

El Lusho es de mi madre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora