Caminando con pasos lentos, llevando el uniforme estándar de un jōnin de la arena, un hombre avanzaba por los pasillos de la Torre del Kazekage con la intención de entrar en la sala de reuniones. De hecho, los consejeros de Suna fueron los que lo llamaron, obligándole a movilizarse hacia hacía Suna cuando estaba ocupado en una misión del señor feudal. Aun así, por suerte, el mismo feudal había dado permiso para que él pudiera retirarse, dejando a todo su escuadrón para la misión. El estado entre el País del Viento y el País del fuego estaba por llegar a su punto más crítico y era mejor solucionarlo de una vez para evitar un enfrentamiento que los llevara a la destrucción.
Y Suna no estaba en la posición para mantenerse ella sola sin la ayuda de una aldea como Konoha. Tras el fracaso de la invasión y la señalización de la arena como una traidora, las contrataciones de la misma se desplomaron y en los últimos días apenas entraban misiones. Si se contaba con la indemnización de las familias por los muertos en el plan del Sannin traidor, las perdidas eran enormes para la gestión y sin un Kage representativo, todo se volvía más complicado. El consejo no podía hacer todo por su cuenta y la ayuda de Baki no era lo suficientemente significativa, por más maestro de los Sabaku que hubiera sido. No contaba con el poder político para hacer presión o ejercer un viento de cambio para todos ellos.
El hombre finalmente detuvo sus pasos frente a la gruesa puerta que daba paso a la sala del consejo. En su tiempo como shinobi, había pasado por aquella sala en dos ocasiones: cuando le ofrecieron ser el Godaime Kazekage y en esta ocasión, cuando lo habían llamado para algo urgente alejado de su postulamiento como Kage de Sunagakure no Sato. Postulación que él no veía con demasiados buenos ojos y que no quería tomar. Era un shinobi, un soldado. No estaba hecho para el mando como otros shinobi legendarios que venían a su mente.
Y eran varios. Minato, Sakumo, Jiraiya...todos ellos hubieran sido mejores Kages de lo que él pudiera llegar a ser, a pesar de que estaba siendo postulado como el mejor shinobi de Suna actualmente. Pero debía de señalar que eso era debido a su Kekkei Genkai: Manipulación de Sangre. Sin ello, realmente podía ser considerado como un shinobi ordinario, uno del montón. Hubiera llegado a jonin igualmente, pero no sería considerado como un igual ante el legendario Kiiroi Senkō o el legendario Hatake Sakumo, aquel que hizo tanto daño a su pueblo.
Con un suspiro, tomó la manija de la puerta.
―Con permiso.
Y entró en aquella sala. No se sorprendió cuando vio a Baki apoyado en la pared de la derecha o cuando vio al comandante ANBU en la izquierda. Ambos eran la representación máxima de los shinobi de Suna y estaban dentro del consejo, junto a la mujer en postura de seiza que lo estaba recibiendo, vistiendo un sencillo kimono floral.
―Kimura Sho. Me alegro que hayas podido acudir a la reunión. ¿Un té?
―No, gracias.
Moviendo el palillo en su boca, Sho observó a la mujer. Tenía el cabello de un color caoba claro atado en un moño alto, dejando completamente su cuello blanco al descubierto. Su rostro, con una ligera forma de corazón, mostraba una piel realmente cuidada, joven y tersa como si ni hubiera llegado a la adultez, aunque estaba rozando los treinta años. Su cuerpo, voluptuoso, quedaba bien oculto en aquel kimono que solo revelaban algunas curvas que dejaban el resto a la imaginación. Sus labios, suaves y rosados, estaban hechos para besar.
―Una pena. Fueron traídos por Konosuke―murmuró la mujer, tomando la tetera con ambas manos y comenzando a servir un poco de té verde en un vaso de barro que tenía justo delante de ella misma, comenzando a ser relleno por la humeante bebida―. Aun así, ¿unos pastelitos de arroz?
―No, gracias. Ya comí algo antes de llegar―Sho expresó con calma.
Como muchos de los hombres de Suna, Kimura Sho era un hombre alto, corpulento, algo más delgado que Baki, con una piel bronceada por el duro sol del desierto, con un cabello negro que llegaba hasta sus hombros y que mantenía completamente despeinado, con mechones cubriendo sus ojos dorados.
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A.N.B.U: Danza del Viento
FanfictionMarcados por las decisiones de sus pueblos. Dispuestos a crear un puente entre Konoha y Suna. Mantener la paz era su misión. Fortalecer relaciones entre el Viento y el Fuego era necesario. Siendo hija de un líder, hermana de un futuro Kage, Sabaku...