Padrino

2K 296 26
                                    

Un nuevo día, soleado, de primavera caía sobre la inmensa aldea oculta entre las hojas; aldea que lentamente se fue recuperando, tanto económica como estructuralmente de la invasión fallida bajo el mando de la nueva Hokage: la Godaime Hokage Senju Tsunade, la mejor médico de todo el continente y dentro de las cinco grandes aldeas. Pero toda la reconstrucción de Konoha fue lenta y gracias a la ayuda de sus dos aliadas: Kirigakure y Sunagakure, teniendo de por medio con esta última un contrato de matrimonio entre un shinobi de la hoja y una kunoichi de la arena para cimentar la unión entre ambas aldeas. Fue, de hecho, la misma Suna quien lo propuso y Konoha quien aceptó esto para firmar completamente la paz y no generar una guerra que podría atraer el interés de las demás aldeas y países, incluso si solamente eran pequeños países y aldeas que apenas salían en los mapas. Un enfrentamiento entre dos aldeas de las cinco grandes, siempre atraía el interés de todo el mundo shinobi.

Eso era algo que ninguna de las dos aldeas podía permitirse actualmente. ¿Un enfrentamiento que pudiera desembocar en una cuarta guerra? Llevaría a los países a la ruina. A veces era mejor retroceder, lanzar lazos y tomar tiempo para recuperarse en vez de lanzarse orgullosamente a un enfrentamiento que podría ser la ruina.

Esto era algo que tanto la Godaime Hokage de Konoha como el Consejo de Suna sabían perfectamente y ambos combatían para mantener la paz y no ser devorados por las hienas. En un mundo shinobi, aquellos heridos no sobrevivirían a la noche, ya fuera solamente una persona o un país entero. Y Konoha contaba con los enemigos más acérrimos que alguien pudiera pensar o ver. Uno de ellos era la aldea más poderosa militarmente: Kumogakure no Sato, la aldea oculta entre las nubes del País del Rayo. La otra aldea era Iwagakure no Sato, aquella aldea que perdió la guerra por culpa del Yondaime Hokage.

Con aldeas como ellas al acecho, Konoha no podía mostrarse herida, lastimada o en un enfrentamiento abierto. Si ella entraba a la guerra, atraerían entonces a Kirigakure por propio compromiso en la alianza entre el País del Agua y el País del Fuego.

—¡Ah! ¡Este sake es el mejor del país!.

En un bar pequeño en el distrito rojo de Konoha, tres adultos se mantenían sentados frente a la barra. Uno de ellos, vestido con su uniforme ANBU pero sin máscara, destacaba entre todos los clientes, no solo entre sus compañeros. Aquel cabello y el ojo vendado, también indicaban un poco quien era aquel hombre joven.

—Mierda—el moreno del grupo golpeó la barra con su pequeño vaso de sake. El jōnin echó hacia atrás su cabello negro, solo unos mechones, y miró a su compañero—. ¿No estás borracho? Llevas como unos cinco vasos de esos.

—Es mi metabolismo—el rubio declaró, tomando el sexto vaso y levantándolo frente a sus ojos—. ¡Ja! Además soy hijo de una mujer que bebe mucho. Pero, de todos modos, mi familia suele beber mucho.

El hombre de cabello oscuro resopló, dando la vuelta a su vaso para que el cantinero no le volviera a verter más sake en el interior. No era tan resistente como su compañero y prefería llegar a su casa en vez de pelear con cualquier persona que lo mirara mal.

—¡Shimaru!—la mujer del trío asomó su rostro por encima del joven de uniforme ANBU—. ¡Deberías tomar un poco más! ¡No todos los días has sido elegido como padrino de bodas!

Nara Shimaru murmuró entre dientes, ocultando su boca detrás del pequeño vaso de sake. Hacía unas horas, su viejo compañero y amigo Senju Naruto lo había elegido como padrino para su boda acordada entre Sunagakure y Konohagakure entre él y la princesa de la arena, la hija del antiguo líder de la arena. Él estuvo reticente a es, pues prefería poder descansar a ir a un evento tan problemático. Pero, como Naruto fue su compañero y era su mejor amigo, no podía dejarlo simplemente abandonado como un perro.

A.N.B.U: Danza del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora