El Demonio del Fuego

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La torre del líder del País del Cielo estaba cada vez más cerca. A la espalda de los tres miembros del equipo de rescate restantes, se seguían sucediendo los combates acompañados de explosiones que parecían hacer sacudir la isla flotante, generando grietas en el suelo que los tres hombres sorteaban como podían. Hasta el momento habían enfrentado a tres de los cuatro miembros de élite del País del Cielo, lo que dejaba a un único miembro restante para salirles al paso antes de poder llegar hasta el líder y Hatake Kakashi estaba seguro de que ese miembro aparecería tarde o temprano y, si era como en una novela de fantasía, aparecería a la entrada de la torre.

El peliplateado se maldijo mentalmente.

Los tres shinobi se detuvieron a la entrada de la torre de metal que fungía como la Torre del Hokage, pero en este caso del líder del País del Cielo. Se detuvieron en una pequeña plaza, frente a una entrada oscura y fría de la que provenían agudos ecos que se fueron haciendo cada vez más fuertes. A los pocos segundos, una silueta delgada y alta se hizo presente, revelando al último miembro del grupo de élite al servicio del líder enemigo. Este, como los demás, cubría su rostro con una máscara de demonio, pero de un color rojizo como el fuego, permitiendo que por los agujeros se vieran sus ojos verdes centelleantes. Acompañando al color de la máscara, el cabello del ANBU era rojo como las mismas llamas de una hoguera y se movía por el viento, meciéndose cual llama de vela creando una estela rojiza o una corona de fuego.

El sonido de los pasos se detuvo, así como el eco persisten que llegaba a los oídos de los tres shinobi. El ANBU se estiró completamente, en toda su altura, siendo igual o ligeramente más alto que el propio Kakashi, quien mantuvo su único ojo visible sobre el hombre, esperando cualquier movimiento de su parte. Pero este ANBU se mostró algo perezoso, relajado y laxo, masajeando su cuello al tiempo que estaba parado en la entrada de la torre, esperando cualquier suceso, como si no viera a los tres hombres a diez metros de él.

Pero los había visto.

—¿Deberíamos atacarle?

Kankuro dejó que la impaciencia llenara su voz y frunció el ceño con preocupación. Su hermana estaba en lo alto de aquella torre, retenida por el líder de aquel extraño y pequeño país terrorista. ¡No le importaba nada más!

—Lanzarse directamente contra él, sería un suicidio—la voz pausada de Kimura Sho apenas llegó a la mente de Kankuro. El Jōnin, más mayor y experimentado, se había dado cuenta, así como Kakashi, de que el hombre solo estaba esperando el primer movimiento que hicieran para atacarles. Podía estar en una postura ligera, despreocupada, como si no los hubiera visto...pero lo primero que hizo fue calcular la distancia que los separaba, el tiempo que le tomaría detenerlos a los tres y cuanto tardaría en reaccionar a un ataque simultáneo—. Él ya ha analizado todo y tiene el campo a su favor. Podría decirse...que estamos en sus manos.

Las percepciones que Sho tuvo sobre fueron acertadas en su totalidad. El ANBU había comenzado a analizar a sus enemigos en el momento que su pie tocó el exterior de la torre. Lo primero, por supuesto, fue localizar al más débil y al más fuerte de sus enemigos, así como tener una percepción completa de la distancia que los esperaba y todos los posibles escenarios en su mente. Había recreado casi todas las posibilidades en su cabeza, así como todos los resultados de cada una de sus acciones. Todo eso lo hizo estando de pie, mirando a los tres hombres que lo miraban, reflejando las dudas en sus ojos.

Se permitió sonreír bajo la máscara.

—Si os quedáis ahí—comenzó a hablar—; terminaré durmiéndome por el aburrimiento o me veré en la obligación de lanzarme yo a pelear con ustedes. Y, sinceramente, odio moverme primero.

El hombre hizo crujir cada uno de sus dedos y movió los hombros, como si estuviera desentumecer sus extremidades superiores. Cuando sintió que ya se movían con la velocidad que él quería, comenzó a mover las piernas, realizando estiramientos. Pero, aunque cualquier persona externa pudiera verlo como algo impropio dada la situación, el ANBU nunca había estado desprotegido o con la defensa completamente baja. Sus ojos nunca se apartaron de los tres miembros del equipo de rescate y siempre tuvo su atención también detrás de sí mismo.

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⏰ Última actualización: Nov 12 ⏰

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