El Señor del Cielo

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La isla flotante del País del cielo, era como una ciudad suspendida sobre Konoha: tenía casas, calles y edificios de distinta índole que servían para surtir a sus habitantes de cualquier cosa que necesitaran; pero por encima de eso, contaba con unas defensas casi insuperables. Como cualquier aldea shinobi, la isla flotante contaba con una estricta vigilancia por su cuerpo de ANBU, los cuales patrullaban por la ciudad vestidos con sus uniformes, con turnos rotativos de doce horas entre los compañeros, haciendo que hombres y mujeres comieran mientras trabajaban, lo que volvía a la isla flotante un lugar casi impenetrable. A los ANBU había que agregarle los shinobi voladores, aquellos que iban con extraña herramientas que les permitían volar por los cielos, planear y atacar sin temor (casi) a ser dañados por sus enemigos y, por si eso no fuera poco, una barrera se extendía como una cúpula por la ciudad de manera invisible y casi indetectable. Solo personas con un enorme control de chakra, podrían detectar dicha defensa, pero no sortearla: la barrera impedía que cualquier persona entrara, a menos que su chakra fuera reconocido o tuviera tanto poder como para sortear a la fuente de dicha barrera, lo que sería imposible para un shinobi normal dado a que la fuente era ilimitada.

Con esto, el País del Cielo contaba con armas y defensas que pondrían a cualquier país en un aprieto, además de tener a los Generales del Cielo, cuatro shinobi de un rango S o superior con un poder equiparable a su Kage, quien contaba también con un poder de rango S, lo que le permitía dirigir a los Cuatro Generales del Cielo o Pilares del cielo, como los miembros del País del Cielo conocía a los cuatro comandantes que los dirigían, cada uno siendo experto en un elemento natural que los colocaba por encima del resto. No contaban con una naturaleza de chakra secundaria y solo usaban una de las cuatro primarias: agua, viento, fuego y tierra para vencer a sus enemigos, pero las usaban de tal manera que parecían haber nacido de dicho elemento y nadie tendría dudas sobre porque el Kage los había convertido en comandantes, dándoles su distintiva máscara de oni que hacía referencia a los elementos que usaban, cubriendo en todo momento sus rostros, dejando solo sus ojos visibles para sus víctimas o cualquier persona que se los encontrara, aunque eso significaría que dicha persona es su víctima.

El líder del País del Cielo, al contrario que sus comandantes, no ocultaba su rostro: una cara vieja, llena de arrugas, con una barba grisácea y frondosa que cubría su mentón, pero dejando visible la cicatriz con forma de línea gruesa que corría por su mejilla. De ojos negros como la noche, el Kage era un hombre de cuerpo delgado, casi en los huesos, con la piel arrugada (se notaba mucho en las manos) y apoyaba el peso de su cuerpo en un bastón que hacía las veces de pilar, conteniendo el peso de su dueño y evitando que este cayera.

A primera vista, el líder del País del Cielo no parecía ser un hombre peligroso, si no un anciano decrépito que podría ser asesinado en un suspiro. Cuando los ojos verdes de Temari vieron al hombre, a la vez que era empujada hacia un sillón, pensó que no viviría después de aquella reunión. Era posible que estuviera secuestrada, pero siendo joven, podría apuñalarlo por debajo de las costillas, atravesar su corazón y terminar con el ataque a la hoja...

—Si fuera tú, no pensaría en lo que estás pensando: "Puedo atacarlo, matarlo al usar un kunai o cualquier arma que escondas". Ya lo han intentado antes y han fracaso estrepitosamente, querida. De hecho, puedes ver las máscaras de todos los ANBU de diferentes aldeas que lo han hecho y fallado.

Con un gesto, el hombre guio los ojos de la muchacha hacia una vitrina. Había un total de, al menos, cien máscaras, todas con diseños distintos, con formas distintas y pocas se repetían. Pero una llamó su atención cuando la vio. Al contrario de ser blanca como la porcelana, esta era negra como la noche, con las marcas blancas en vez de rojas, con la forma de un halcón.

—Black ANBU de Konoha. Ya lo intentaron en su momento y, hasta la fecha, no han vuelto a intentar asesinarme—el anciano golpeó con su cayado el suelo y se giró, dejando de mirar hacia las montañas y miró ahora a Temari. La joven fue llevada ante él, en la torre más alta de la isla flotante, donde la seguridad era estrictamente rigurosa—. Temari de la Arena, kunoichi de Suna, mujer de Senju Naruto e hija del Kazekage Rasa, el cuarto en ocupar el puesto. Una lástima lo que hizo el Sannin traidor Orochimaru con vuestro líder y amado padre, ¿no?

A.N.B.U: Danza del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora