Por siempre, Evet.

Mojados

-Ooohhhh!!!!! que sorpresita mañanera. Quién me iba a decir que al menos un día te ibas a despertar antes que yo. -dijo Jareth parándose frente a la isla de la cocina, secándose el cabello empapado con una toalla. -Por cierto, qué estas haciendo.

-Hago el desayuno, no vez.

-Uiii, estás un poco "áspera"  hoy.

-Sí, amanecí "áspera", así que mucho  cuidado que puedes terminar con un huevo frito de sombrero. -me acerqué amenazadoramente  con un cucharón en la mano.

-Nop, no te preocupes, me mantendré alejado. Ashis!!!!

- Salud!!! Te vas a resfriar, traes el cabello empapado, déjame ayudarte. -Le dije arrancándole la toalla de las manos y parándome frente a él para cecarle. - ¡¡¡¡Jareth estás hirbiendo!!!!

-No es nada. - dijo y me quito la mano de la frente.

-Anda,  déjame ver -volví a tocarlo- sí, tienes fiebre, así no puedes ir a trabajar.

-No es nada, anoche bebí un poco.

-¿Un poco? - arquié la ceja derecha casi automáticamente.

-Dije que no es nada Lien, me cambio y nos vamos, ok, no me atrases. -se levantó rápido y se fue al cuarto.

-¡¡¡¿¿¿Y el desayuno???!!!

Apenas bebí un sorbo de zumo de naranja y le di una mordida a mi tostada y tuve que coger rápidamente mi bolso y salir corrienso al coche porque Jareth salió rápido como una flecha.

-Llegamos tarde señorita.- dijo abriéndome la puerta del coche.

- ¿Tu crees? - le dije irónicamente mientras intentaba hacerme un chongo con las manos.

Por el camino no hablamos ni una sola palabra, ni siquiera en el atasco de veinticinco minutos en el que estuvimos atrapados, por cierto, es lo que más he odiado de esta gran ciudad desde que llegué de mi tranquilo ambiente. Al llegar se bajó del auto en silencio y esperó a que yo hiciera lo mismo, mientras miraba impaciente el reloj que siempre lleva en su muñeca izquierda.

- No te vayas sola hoy, espera a que te busque para regresar.- dijo serío mientras se abotonaba el blazer, por su frente rodaban gotitas de sudor.

-¿Jaret te sientes bien?

-Si -dijo cortante- ahora entremos como la pareja de recién casados que somos, y no des motivos para avergonzarme, todo el mundo sabes que eres mi esposa.

-¿Avergonzarte yo? Chhss, claro . Te cambia la cara cuando llegas al trabajo, pareces un anciano gruñón.- le susurré mientras caminabámos por el pasillo y todos nos saludaban.

-Ya, y tu una niña del jardín de infantes.

-Te veo luego. -Le dije girando los ojos y apresurándo el paso para llegar a mi puesto de trabajo.

-Buenos días cielo - dijo Fulana lanzándome un beso- aquí están los nuevos temas para los que necesitamos un diseño de slogan y aqui la propuesta de colores y ....

-En fín una mañana movida. -dije sentándome.

-Sí, espero y te vayas acostumbrando.
       
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-Lien, Lien, ¡¡Lien!! - dijo fulana, sacándome de mis pensamientos al respecto del estado en que se encontraba Jareth. - Eres una recién casada, pero no tienes que vigilarlo todo el día, nadie te lo va a quitar, si pudieran lo habrían echo antes.

-Ñac - hice un gesto de negación con la cabeza. - es que no se sentía bien en la mañana y me preguntaba como estará.

-Ve y pregúntale directamente, es tu esposo.