Capitulo XVIII: Liam Pyne... Mi novio.

7K 165 10
                                    

—Listo, señorita —dijo Annette, acababa de ponerme un vestido de gala, escotado en forma de corazón y que mostraba la espalda en forma de V, caía delicadamente hasta el suelo, tenía un corte desde la mitad de mi muslo hasta el suelo. Era de un color rojo furioso. Con unos guantes hasta el codo de un color dorado. Mi cabello estaba recogido en un elegante peinado afirmado con unos delicados broches dorados que combinaban con los guantes, unos mechones de cabello perfectamente rizados me caían hasta el hombro cubriendo mis orejas. El toque final era un bellísimo collar de plata que rodeaba mi cuello dándole un toque sofisticado. Perfecto.
—Gracias, puedes retirarte —le indique.
Cuando estuve sola contemple el vestido dándome una vuelta y observándolo de todos los ángulos posibles. Era hermoso, elegante y muuuy atrevido.
—Te ves hermosa —vi por el espejo el rostro de Jared y como me sonreía.
—Gracias —respondí volviendo a admirar mi vestido. —Me gustaría quedármelo.
—No puedes.
—Lo sé —di media vuelta y le indique que pasara. Entro y se sentó en uno de los muchos sillones blancos de mi habitación o de la habitación de Emily Sauders. — ¿A qué hora sale el avión?
—En 5 horas —Jared vestía un esmoquin negro común en Irlanda. —Tu equipaje está listo. Nos iremos en aviones separados, el tuyo es uno privado.
— ¿Y tú? —pregunte mirándolo. — ¿No te pasara nada? —asintió con la cabeza. — ¿Estás seguro?
—Tranquila, no me pasara nada —suspiro y levanto el maletín que traía desde que llego, lo dejo sobre la mesa y lo abrió. Dentro había cuatro revólveres. —Elige, no tienen registro.
Tome el segundo un Revólver LeMat 1856, de 9 cartuchos y la pase de una mano a otra probando su peso.
—Buena elección —me dijo. —Toma —coloco en mi mano el silenciador del arma. —No queremos que sepan que fuiste tú. —tomo un Revólver Bergmann-Bavard Modelo 1908. —No estarás sola.
—Tengo 14 años y ya he matado más hombres que un general del ejército, no necesito ayuda.
—No te pregunte. Eres como mi hija, prácticamente te he criado y no quiero que por un error mueras hoy. Todo saldrá perfecto —me sonrió, cerro el maletín y se levanto. —Sonríe ¿Si? —se fue dejándome con el revólver en las manos.


¿Por que tuve un recuerdo de una misión de hace unos años? No lo entiendo y prefiero no entenderlo, debo concentrarme en lo que ordeno el director.
Sentía como las fuertes manos de Liam me acariciaban la espalda con delicadeza atrayéndome a él y por instinto rodee su cuello con mis manos profundizando el beso. A nuestro alrededor seguían sonando las trompetas y los tambores, y el ruido de las personas eufóricas. Me separe de la boca de Liam despacio con los ojos aun cerrados, aun podía sentir su sabor en mi boca. Abrí los ojos lentamente y Liam miraba cada parte de mi rostro, al verme con los ojos abiertos sonrió.
—Sonríe, tienes que parecer feliz —me dijo sobre el ruido de las personas.
—Muéstrame tu credencial —exigí, ignorando sus palabras.
—Desconfiada —murmuro tomando mi mano y conduciéndome a través de la multitud que celebraba. Di una rápida mirada a donde antes había visto a Zayn, pero no estaba, busque por toda la galería pero no se encontraba en ningún lugar, tampoco en la cancha celebrando.
Al darme cuenta estábamos en uno de los pasillos del gimnasio. Miro por el pasillo y solo al asegurarse de que nadie nos veía entro conmigo a los vestidores de los jugadores. Abrió lo que parecía su casillero, saco un montón de ropa, entro por una puerta lateral y en menos de cinco minutos salió completamente limpio y vestido.
—La credencial —le recordé cruzándome de brazos. Metió su mano al bolsillo trasero de su pantalón negro y saco una credencial de la A.S.I. de San Diego. La coloco en mi mano guiñándome un ojo. La mire contra la luz asegurándome de que tenía el sello de oficialidad. Mierda, era de verdad.
— ¿Ya me crees? —me dijo cuando le devolví su credencial.
—Si —bufe. — ¿Por qué te enviaron? —pregunte mirándolo fijamente.
—No lo sé, solo recibo ordenes. Y mis órdenes fueron besarte en la cancha, como hace unos minutos, y comunicarte que soy tu nuevo novio —sonrió como si no pasara nada. Suspire aliviada. No tenía idea del enamoramiento de Zayn hacia mi.
— ¿Viste donde quedo Malik? —le pregunte tratando de sonar indiferente.
— ¿Zayn? —asentí. —No lo sé, cerré los ojos al besarte y estaba, los abrí y no estaba —se encogió de hombros. —Se fue, supongo.
—Ahh — ¿Nos habrá visto?, me pregunte desesperada. —Debo irme —comencé a caminar a la entrada de los vestidores.
— ¿Tan pronto? —sostuvo mi brazo y me miro con sus ojos chocolate. ¿Por qué tenía que ser malditamente sexy? ¿Por qué?
—Si —respondí. —Ya es tarde y debo encontrar a Sam —dije tratando de soltarme.
— ¿No te quieres quedar? Al fin y al cabo somos novios ahora, debemos practicar —dijo tomando mi cintura.
— ¿Practicar el qué? —dije goleándole una costilla con el codo, me dio la vuelta afirmándome las manos detrás de la espalda y colocando mi cabeza en su hombro a la altura de su boca.
—Los besos —me susurro en el oído. Balancee mi pierna hacia atrás y antes de que pudiera detenerlo, le golpee en su entrepierna.
—Ayy —se quejo soltando mis manos y cayendo al suelo con las manos en su entrepierna.
—Lo siento, no puedo quedarme —le dije sarcástica y cruce la habitación hasta la puerta.

No es mi vida, es solo una misión más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora