Día 4: Tortillas

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   Llevaban planeando este día con antelación, sus ocupados horarios no les permitían mucho tiempo libre, así que aquel Sábado Fargan visitó la casa de Willy para que éste le enseñase a cocinar una de sus recetas más preciadas, unas simples pero deliciosas tortillas de patatas.

   Willy resultaba ser un muy buen profesor, tenía la paciencia necesaria para lidiar con alguien como Fargan, quien no era muy bueno en la cocina, tendía a agregar más o menos de algún ingrediente y solía cortarse con facilidad. «Que cocinar no se me da bien, por eso o compro o me invitan comida» le había dicho un día a su amigo, pero éste le insistió que cocinar tortillas era lo más simple del mundo, y necesitarían escasos ingredientes. Estaría a salvo mientras el albino estuviese a su lado para ayudarle.

   O eso era lo que pensaba.

—Vale, vale, sólo corta las patatas mientras yo la cebolla—le ordenaba Willy una vez que tenían todos los ingredientes listos para usarse.

—Si me corto un dedo va a ser tu culpa, luego vas a tener que comer tortilla con carne humana, te lo advierto—bromeó el otro.

—Que puto asco—frunció el ceño—anda, si no es tan difícil como cortar cebollas mientras te lloran los ojos y se te nubla la vista, así que no te quejes—la cebolla comenzaba a arderle.

   Todo iba bien para los dos cocineros aquel día, demasiado bien para ser verdad. Era un milagro que estuviesen terminando la receta y nada malo había pasado, así que aprovecharían este regalo de los Dioses.

  Como paso final después de agregar los huevos batidos y la sal a la mezcla de papas entre otras cosas, vertieron la tortilla en el sartén y esperaron a que calentase.

   Entre bobería y broma, se percataron de que la tortilla empezaba a oler a quemado, la habían dejado demasiado tiempo sin voltearla, por lo que Fargan optó por sacar el sartén del fuego, pero no se dio cuenta que un paño de cocina que tenía a un lado se había movido hasta caer justo en la llama.

   Rápidamente prendió fuego, y el castaño entró en pánico tomando el paño y tirándolo al suelo para pisarlo, no sin antes pasar a llevar distintos productos que también prendieron fuego.

   Willy, quien estaba más preparado para una emergencia de estas apagó la llama de la estufa, cosa que Fargan olvidó completamente, y fue corriendo a buscar uno de los extintores que tenía en casa, avisándole a su amigo de aquello.

   Mientras tanto Fargan aún en la cocina no sabía qué hacer, uno de los muebles había empezado a arder lentamente, aunque no se había formado algún incendio, eran simples llamas aisladas que eran fáciles de controlar, eso si es que mantenían la calma. No se le ocurrió nada mejor que sacar su celular y llamar a los bomberos para pedir socorro mientras agarraba sus pertenencias para marcharse de la casa.

   Unos segundos después llegó Willy, quien se había tardado un poco porque no encontraba su extintor, pero al llegar simplemente abrió la boquilla y esparció la espuma por los lugares afectados. El fuego cesó en un instante ya que no era muy fuerte para empezar, así que no entendía por qué Fargan se encontraba tan nervioso por un pequeño incidente.

—Ya está, nada de qué preocuparse— el albino sonrió victorioso por su hazaña. Observó a Fargan que jugueteaba intranquilo con sus manos, intentando decirle algo pero demorándose en ello.

—Pues...cómo te explico que...—se rascaba su cabeza—los bomberos vienen en camino—se encogió de hombros y cerró sus ojos esperando el regaño que venía como si de un niño pequeño se tratase.

—¡¿Estás bobo?! ¡Te he dicho que iría a por mi extintor!

—Pues no sabía qué tanto te demorarías y veía llamas por doquier, así que hice lo único sensato que se me ocurrió. Además, mejor prevenir antes que lamentar—intentó excusarse.

Willgan Month 2021 《Corazones Explosivos》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora