Día 24: La suerte de Fargan

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   Muchas personas no creen en la mala o buena suerte. Creen que los sucesos de la vida no son nada más que sucesos aleatorios sin significado alguno. Ningún objeto o persona puede ser capaz de alterar un resultado por más atractiva que suene la idea.

   Pero luego existen personas como Fargan, un simple ciudadano de Karmaland que parece desafiar la aburrida realidad de muchos. Nadie sabe cómo lo hace, pero todo a su alrededor pareciera estar conectado por un invisible hilo de suerte que le beneficia en todos sus deseos.

   Esto le parece increíble a todos los ciudadanos, en especial a su mejor amigo Willy, quien constantemente le recalca lo suertudo que es. Ya perdió la cuenta de cuántas veces el castaño se agachó o movió en el momento indicado para esquivar alguna flecha que lo llevase a su temporal muerte, o las cantidades enormes de diamantes que encuentra en un corto límite de tiempo, o todos los libros encantados que pesca en una simple hora, o la impecable puntería que logra tener. Es fascinante a los ojos de Willy, y siempre se ha preguntado cómo es que tiende a tener tanta suerte.

«Es gracias a mi amuleto de la suerte» solía responder Fargan ante todas las preguntas, mostrando orgullosamente un colgante que traía en el cuello.

   Esta joya consistía en un medallón de color bronce, con una piedrecilla brillante de color ámbar por fuera. Pero esto no era lo único que lo hacía especial, sino que al abrir el medallón se podría descubrir pequeñas fotos dentro de éste, un recuerdo muy preciado para Fargan que cuidaba con su vida. Nadie sabía lo que había en el interior de aquel colgante, sólo pensaban que no era nada más que un simple collar que usaba de amuleto.


   Tanto alardeo le causaba una fastidiosa curiosidad al albino que quería tener ese poder en sus manos. Podría decirse que hasta sentía envidia de la suerte que tenía Fargan sólo por llevar un pequeño e inútil objeto. Llegó a pensar que estaba hechizado de alguna manera, y por eso su amigo tenía tanta ventaja. No podía ser posible que alguien tan descuidado y torpe como Fargan pudiese ser el mejor en diversas áreas gracias a su suerte innata. No podía aguantar esa idea en su cabeza. Mínimo podía compartir esa virtud con su mejor amigo, ¿no?

   Un día ajetreado y lleno de desgracias para uno de los mejores guerreros en Karmaland terminó con la poca paciencia que disponía, había tenido una racha de mala suerte tan inimaginable que llegaba a pensar que los Dioses estaban en contra suya o algo. Nada le salía bien al albino ese día, horas en la mina desperdiciadas para perderlo todo por un despiadado creeper que explotó todas sus ganancias, la pesca había resultado aburrida y a base de pura comida marina, le habían explotado el huerto una vez más por lo que se pasó horas reparándolo; no tenía materiales para lo que necesitaba construir, se le estaba acabando la comida, y para colmo, se le acaba de romper la armadura más fuerte que poseía.

   Lo único que quería hacer en ese momento era ir a charlar con su mejor amigo, quizás él le podría ayudar a pasar el mal rato.

   Mientras llegaba al muelle en donde éste se encontraba pescando tranquilamente, se percató que llevaba una pila de al menos 8 libros encantados. Quizás no eran de los más poderosos, pero al menos eran más de los que Willy pescaría en toda una tarde.

   Instantaneamente se le bajaron los ánimos, ya parecía broma que todo le saliese mal, más Fargan seguía con su buena suerte. Ya se estaba convenciendo de que lo del amuleto era cierto, y necesitaba comprobarlo por sí mismo.

—¡Hombre, Fargan! ¿Ya estas abusando de tu amuleto de nuevo?—intentó saludar alegremente, a pesar de lo frustrado que se sentía consigo mismo.

—¿A que sí es el mejor amuleto de la vida?—decía orgullosamente.

—¿Puedo usarlo un momento?

Willgan Month 2021 《Corazones Explosivos》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora