Cap 4. "Acepta casarte conmigo, para que así podamos empezar de nuevo"

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Era el momento de poner en práctica la habilidad de Luz para burlar la cautela de su padre, porque Belos Wittebane pese a ser un Alfa, sus instintos primitivos desde años se habían atrofiado por el exceso de consumir alcohol. La mañana siguiente, Luz mantuvo cuidadosamente su acostumbrada rutina, sabiendo que cualquier pequeño cambio podía despertar sospechas. Estaba en el fregadero de la cocina comiendo una naranja fresca cuando Belos Wittebane entró en la habitación arrastrando los pies, y hasta la fruta pareció cambiar de sabor con su presencia.

-Chupando tus naranjas otra vez, ¿eh? -dijo desde la entrada-. Si quieres chupar algo, ve a lamerle el culo a la vieja de Odalia Blight, a ver si puedes sacarle algo. ¿Qué demonios pasa contigo? ¡La manera en que te quedaste ahí, de pie, como una puta anoche...! ¡No le sacaremos nada a los Blight así!

-No empieces otra vez. Te dije que iría contigo, pero no te apoyaré en tus amenazas. Me tengo que ir a clase.

-¡No vas a ir ninguna parte hasta que me digas qué le sacaste dinero a esa maldita Alfa anoche!

-¡No papá! ¡Ahora no! No voy a pasar por eso otra vez.

-Vamos a discutirlo tan pronto como me tome un café, así que quédate dónde estás, Luz. ¿Dónde demonios está tu madre? ¿Es que tiene un Alfa que hacerse su propio café en este basurero?

-Ya se ha ido a trabajar. Hazte tú el café.

El Alfa se pasó una de sus toscas manos por la comisura de un labio y se raspó la barba.

-¿Se te han subido un poco los humos desde que hablaste con esa Alfa, eh? -Se rió entre dientes.

La omega ya no trató de evitar que usara el término "Alfa". A su padre le complacía inmensamente que lo hiciera. Belos Wittebane fue hasta el fregadero. Golpeó con fuerza una cafetera de aluminio, vació los pozos, dejando que ensuciaran el fregadero, y se limpió las manos en su desgastada camiseta. Luz dio un paso atrás cuando el chorro de agua cayó sobre los pozos y le salpicó, y su padre se rió entre dientes al percibirlo. Luz se inclinó lateralmente sobre el fregadero, y continuó comiéndose las piezas cortadas de la naranja. Pero, de cerca, su padre olía, lo que hizo sacudirse a su estómago.

-Bueno, ¿vas a salir o te vas a quedar aquí comiendo naranjas toda la mañana? ¿Qué te dijo la Alfa? -insistió.

Luz se dirigió al cubo de basura, situado junto a la vieja y desportillada hornilla, aparentemente para tirar la piel de la naranja; en realidad, no podía soportar estar tan cerca de ese Alfa.

-No quiere casarse conmigo más de lo que yo quiero hacerlo. Te dije que no querría.

-¡Me dijiste! ¡No me dijiste nada, puta omega! ¡Yo solo tuve que localizar la maldita casa! ¡Y si no hubiera tenido las bolas de ir, todavía no sabría quién es tu amante! ¡Y si tú piensas que yo le voy a permitir salir impune a esa maldita Alfa, estás muy equivocada, perra! -Entonces, empezó a musitar de la repetitiva manera que Luz recordaba desde que era una pequeña y que tanto despreciaba-. ¡Me dijo... la omega me dijo, ja! ¡La omega no me dijo una maldita cosa...!

-Me voy a clase –dijo la omega resignadamente, volviéndose hacia la puerta.

-¡Mantén tu listo culito donde está!

Luz se detuvo dándole la espalda, suspirando, esperando que él finalizara de soltar su veneno para que pudiera fingir que iba a clase y el Alfa la dejara irse de la casa.

-¡Quiero saber qué demonios tiene intención de hacer esa Alfa!

Luz oyó el fuerte golpe que dio el Alfa al poner la cafetera sobre el quemador de la hornilla.

LLÉVATE LAS MANOS A LA CARA Y LLORA DE VERGÜENZA -LUMITY ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora