Cap 22. "Sexo, pudor o lágrimas, me da igual..."

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Camila abrió un ojo. El otro parecía un huevo escalfado. Su boca trató de hacer un gesto de dolor, pero no pudo.

-¿Mamá? -susurró Luz.

-¿Luz? -Los labios de Camila estaban todavía grotescamente hinchados.

-Has estado dormida durante mucho tiempo.

-¿Sí?

-Shh, no te muevas. Trata de descansar. Tienes dos costillas rotas y si te mueves te dolerá.

-Estoy cansada –la vieja omega respiró y cedió, dejando que su ojo se cerrara nuevamente. Pero incluso estando tan casada había observado algo que le hizo abrir el ojo otra vez-. Has estado llorando.

-Un poco. No te preocupes por mí, preocúpate por...

Pero las lágrimas inundaron los ojos de Luz otra vez, abrasando sus párpados hinchados. Camila lo vio y extendió una mano. Luz la tomó, y notó sus pequeños huesos de gorrión y la poca fuerza que su madre tenía. La misma impotencia que había sentido Amity la noche anterior, ahora asaltaba a Luz.

-No te he visto llorar desde que eras una pequeña -susurró Camila, tratando de apretar más fuerte la mano de su hija.

-Me di por vencida hace mucho, mamá, o no habría estado haciendo otra cosa todo el tiempo.

-No es bueno darse por vencida.

-No, no lo es -Luz tragó saliva-. Mamá, no tienes que hablar.

-Buena cosa: tú diciéndome que no tengo que hablar, yo diciéndote que no tienes que llorar. Supongo que ha llegado el tiempo de que las dos lo hagamos.

-¿Por qué no esperas hasta que te sientas más fuerte?

-He esperado diecinueve años hacerme más fuerte.

-Mamá, por favor...

Una delicada presión en la mano de Luz la silenció. Camila habló con esfuerzo.

-Escucha. Soy una omega débil, siempre lo fui, y tal vez me lo tengo merecido. Tengo que contártelo. Al principio, cuando me casé con él, Belos era bueno conmigo. Cuando Hunter era pequeño..., deberías haber visto a Belos, no lo habrías conocido. -Cerró los ojos, descansando un momento antes de continuar-. Y, entonces, estalló la guerra en el golfo y Belos estaba en la reserva. Cuando llamaron a su unidad al servicio activo, me imaginé que regresaría inmediatamente. Pero fue peor de lo que pensábamos, y estuvo fuera dos años. Vio muchísimas cosas en esos dos años. Vio lo suficiente como para que volviera a casa gustándole demasiado la bebida. Sin embargo, podía haber acabado superando su afición por la bebida, lo que nunca superó fue encontrarme esperando un cachorro cuando llegó a casa.

Luz se preguntó si había comprendido bien las distorsionadas palabras de Camila.

-¿Un...un cachorro?

La habitación quedó en silencio. El único ojo abierto de Camila miraba fijamente al techo.

-Sí, un cachorro. Eras tú, por supuesto.

-¿Yo?

-Te dije que era una omega débil. -El ojo de Camila lloró.

-¿Yo no soy su hija?

La cabeza magullada de Camila se movió débilmente de una parte a otra de la almohada mientras una expansiva sensación de libertad comenzó a fluir en el interior de Luz.

-No fue su culpa, Luz. Él nunca pudo olvidarlo, ni a ti tampoco.

-No lo comprendía, hasta ahora.

LLÉVATE LAS MANOS A LA CARA Y LLORA DE VERGÜENZA -LUMITY ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora