𝙟𝙪𝙨𝙩, 𝙩𝙝𝙚𝙞𝙧 𝙡𝙤𝙫𝙚 𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙚𝙨

In love

Sinceramente, el estar enamorado es una sensación muy fuerte que nunca había experimentado.

Hasta que lo conocí a él.

Aún recuerdo la primera que lo vez que lo ví. Él era bajito, no pasaba de los 1.65 según mi vista y esa era la razón por la que nos estábamos mirando. 

Sus ojos color café oscuro y su rojo cabello eran hermosos, olfateé un poco queriendo saber qué raza era pero me sorprendió el no sentir ningún aroma, ni siquiera a sangre que era característico de los vampiros.

Sus labios se movían en frente mío pero yo no podía entenderlo, puesto que estaba en otro mundo al parecer, pero pronto noté que su brazo estaba estirado hacia un libro de la última hilera por lo que no pude evitar sonreír y, haciendo uso de mis 1.85 de altura, le pasé el libro.

Creo que lo que me dejó aún más atontado fue la hermosa sonrisa que me dio, dejando a la vista sus colmillitos y, para mi sorpresa, dejándome en claro que era un vampiro. Luego de eso simplemente se alejó y yo lo seguí con la mirada hasta que desapareció entre los estantes de la biblioteca de la universidad.

Soltando un suspiro salí de mi ensoñación y agarré el libro que había ido a buscar, era uno de magia que mi novio me había pedido pues lo necesitaba urgentemente. él era aprendiz de mago así que lo hice sin rechistar.

De ese día no recuerdo mucho más, es como si el único suceso importante hubiera sido ese y luego nada más. 

Pensé que no vería al colmillitos nunca más, así lo había apodado al no saber su nombre, pero un mes después en una fiesta, a la que había ido con mis dos mejores amigos, me lo volví a encontrar.

Su cabello color rojo se veía algo sudado al estar bailando, la ropa pegada a su cuerpo haciendo resaltar su hermosa figura, su sonrisa mostrando sus colmillos y las hermosas pecas reluciendo en su pálida piel. Esa noche no pude apartar ni un segundo mi mirada de él, era simplemente hipnotizante.

Llegó un punto en el que, luego de estar horas mirándolo, simplemente me le acerqué, agarrándole de la cintura para que bailara conmigo. Mis amigos me miraron con más que impresión y me hubiera gustado culpar al alcohol por aquella acción pero había tomado tan solo un vaso de cerveza.

Esa noche me la pasé demasiado bien, bailé lo que restó de la fiesta abrazado a ese, literalmente, pequeño cuerpo y contorneando con mis manos su figura, también descubrí su nombre y él el mío. 

Lee Felix era el nombre del hermoso vampiro con ojos hechizantes y cabello color rojo. Esa noche también intercambiamos números de teléfono antes de que él se fuera, quise acompañarlo a su hogar pero, según lo que me había dicho, vivía en el aquerrale, lo que significaba un vampiro de alto rango, y en ese lugar los lobos éramos odiados.

Esa madrugada al llegar a mi casa me sentía tan vivo que hasta era extraño, tenía ganas de pasar a mi forma animal y correr por todos lados, incluso por ese hermoso y gigante aquelarre donde vivían los vampiros y darle mil vueltas.

Aunque algo que me sorprendió esa noche es que en esas fiestas siempre había vampiros tomando la sangre de otras personas que se ofrecían, era como un círculo de drogas pero ni siquiera ví al pecosito cerca de ese círculo.

Un tiempo después me enteré, en una de nuestras muchas charlas de madrugada, que él no tomaba sangre humana a menos que fuera estrictamente necesario, la tomó solo cuando tenía doce años para ser un vampiro en todo su esplendor y luego cuando unos lobos lo habían atacado dejándolo en tan mal estado que necesariamente debía tomar sangre humana para recuperarse.

También descubrí que Felix vivía en el aquelarre debido a que su padre y madre eran los reyes de la raza vampírica de Seúl.

Estuve conociendo a Felix un buen tiempo y cada momento me aseguraba que era un chico radiante y una persona hermosa tanto por fuera como por dentro.