Berrinche

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Y siguió burlándose de mí y de mis cazadoras... Ese humano era insoportable–.

–Estoy seguro que te equivocaste o lo soñaste Arti, no hay humano capaz de enfrentarse a un Dios–.

–Apolo, me estás diciendo que un espíritu logro engañarme–.

–No importa lo que sea, si logro detener una flecha tuya aunque sea una sin poder entonces debe ser fuerte, me gustaría luchar contra el–.

–Dudo que sea un buen rival Heracles, es casi seguro que Artemisa es patética y por eso la humillaron–.

–Bastardo!, Voy a hacer que te tragues tus palabras–.

–Bastardo yo?, Perdón pero mis dos padres son Olímpicos y no soy el hijo de una amante, en todo caso la bastarda eres tú, además apenas puedes seguir el ritmo de Athenea, crees que puedes siquiera tocarme?–.

–Que significa eso Ares!–.

–Significa que de la segunda generación yo soy el más fuerte–, todos los Dioses estaban por pelear cuando la puerta del salón fue abierta.

–Me temo que eso es una mentira... El más fuerte de ustedes es Hermes, por eso es mi mensajero... Artemisa por qué haces tanto ruido, acaso querías despertarme?–, la voz frágil de un anciano se hizo presente cuando todos los Dioses se sentaron y miraron hacia otro lado.

–Padre, un humano fue capaz de rivalizar con las habilidades de un espíritu y por la facilidad con la que lo hizo... Talvez tenga un poder similar a nosotros–.

–Asi que eso era lo que buscabas en mi territorio–, susurro el anciano.

–Sucede algo padre..., SUCEDE ALGO PADRE!!!–.

–Hermes!, Deja de gritarme en el oído o me vas a dejar sordo y te aseguro que aún no lo soy!!–, el Dios padre de los presentes empezó a caminar hacia su hija cazadora.

–Ese chico suena divertido, cuéntame de el–.

La noche había pasado y por fin los dos hombres habían llegado a la ciudad de Tebas, todos saludaban al príncipe y sorprendidos lo veían con ropa sucia mientras que su acompañante vestía sus ropas de príncipe, los comentarios no esperaron para nada y cuando los rumores iban a empezar todos fueron callados por la voz del principe.

–Mi padre el rey Aristeo te va a adorar... Es decir eres magnífico, nunca ví una destreza tan grande como la tuya, si no fuera por ti ya estaría muerto...
Eres increíble Adán–.

–Bueno tú me ayudaste así que tenía que devolverte el favor, además un hombre siempre ayuda cuando puede ayudar–.

El principe Acteón era un cazador experimentado y un buen guerrero así que el otro chico debía ser una maravilla para recibir tantos halagos, de hecho tenía una aura que imponía respeto aunque eso solo notaban los soldados experimentados, sin embargo devia ser especial por qué todos los animales lo miraban con respeto, inclusive un caballo de la guardia real se había inclinado al verlo, quizás tenía sangre divina en el, eso sería increíblemente raro pero en Tebas ya había dos personas con sangre divina, después de todo su rey era un Semi-Dios hijo de Apolo y una ninfa.

Pero incluso alado del hijo de Aristeo, Adán resaltaba y no por su altura escasa, el definitivamente tenía algo fuera de lo común, así fue como rumores sobre un gran guerrero de ojos hermosos se extendió por todo Tebas.

–Padre!, Por favor padre permíteme hablar contigo–, hablo en voz alta Acteón cuando entro en la sala real.

–Hijo mío que sucede–.

–Padre este hombre de aquí me a salvado de una muerte horrible–.

El rey y la Reyna se levantaron con sorpresa y mientras la madre abrazaba al hijo el padre solo miro al extraño, el asombro de su padre fue enorme, el chico frente a el, tenía una presencia más grande que la de su padre Apolo, miro a su hijo y con prisa le exigió una explicación.

–Padre, estaba cazando y por acidente encontré a ...–

–Encontramos a Artemisa y sus cazadoras bañándose, Artemisa hizo un berrinche y nos disparó con su arco pero detuve todas las flechas y salimos de ese lugar antes de que volvieran a atacar–.

La Reyna estaba en shock por las palabras del desconocido pero el rey las creía, este niño era algo fuera de serie.

–Dime muchacho, como te llamas y  quienes son tus padres?–.

–Mi nombre es Adán, madre no tiene mucha importancia pero mi padre... Mi padre es Zeus–, dijo Adán mientras miraba a Acteón y de sus manos salian rayos que desprendían energia divina.

Yo en un mundo de Dioses griegosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora