Capítulo XI

8 4 0
                                    

Miki coge la guitarra, se sienta y comienza a cantar. Todo el mundo está en silencio, solo se le escucha a él cantar y a la guitarra sonar. Su voz impregna mis sentidos sensorial y auditivo, no puedo dejar de mirarle y ver como canta mirando a la gente, y puede sonar egoísta, pero, siempre parándose en mis ojos. Todo está bien hasta que oigo una silla moverse en la mesa donde se encontraba Mark, y efectivamente, Mark había echado para atrás la silla para levantarse y darse la vuelta para después irse del recinto con cara de frustración, Hugo lo seguía de cerca.

Miki siguió cantando a pesar del percance para tras unos minutos terminar y ser vitoreado por toda la gente del recinto de pie. Baja dando las gracias humildemente y llega hasta nuestra mesa a lo que yo lo recibo con un beso. Nos separamos y nos sentamos.

-¿Oye amor, las canciones han cambiado de significado?- Yo le niego con la cabeza a lo que me mira confundido.

-No han cambiado de significado, Con la miel en los labios sigue siendo la canción que me dedicaste cuando estuvimos saliendo y Niña es la canción que me ayudó a recuperar la confianza en mí mismo- Me besa de nuevo, se lo sigo mientras que otra persona se prepara para ir a cantar- Deberíamos irnos-

-¿Por qué?-

-Porque mañana tenemos que madrugar-Me mira confundido- Nos vamos de viaje... A Orihuela-

-Espera, ¿Qué?-

-Pues eso amor, mañana el tren nos lleva hasta allí, pero es a las 6:45am- Le digo y me mira asintiendo. Se lo comentamos a los demás y Alba, Nuria y María vienen con nosotros porque ya estaban cansadas. Salimos del recinto y vimos a Hugo y Mark discutiendo, preferimos no decirles nada y nos metimos dentro del coche con Miki de conductor, yo de copiloto y las chicas atrás. Conducimos hasta casa con una playlist para cantar en el coche, todos cantábamos canciones que iban saliendo.

Llegamos a casa y cada uno nos fuimos a nuestra habitación, Miki y yo nos pusimos a hacer la maleta, le había dicho que, para dos semanas, pero cuando me giro parece que nos vamos dos meses. Terminamos de ponerlo todo en un lado del cuarto y nos acostamos a dormir.

A la mañana siguiente, fui el primero en despertar, Miki estaba abrazado a mí por la espalda. Me giré con cuidado para verle mientras dormía hasta que fuera la hora de irnos. Esa carita inofensiva que tenía mientras dormía era de lo más tierna. Sonó la alarma y comenzó a despertarse.

-Buenos días-

-Dirás buenas noches, porque aún no está ni de día- Río ante la mirada adormecida de Miki. Me levanto y cojo la ropa para meterme en el aseo a cambiarme. Mi conjunto trata de ropa básica rosa exceptuando las zapatillas que son de deporte blancas. Salgo ya cambiado y veo a Miki desnudo poniéndose los calzoncillos de espaldas a mí, así que silenciosamente me acerco y le pego una nalgada que hace que encorve la espalda hacia dentro. Yo solo le miré riéndose y se volteó para sacarme la lengua. Yo de paso le miró sutilmente a su entrepierna desnuda. Se da cuenta y termina de subir los bóxer.

-Aburrido- digo poniéndole una cara de cansancio.

-No, lo único que no podemos ahora, sino no llegamos al tren-

-Ya lo sé- Dicho esto último, cojo las dos maletas y las llevó abajo mientras Miki se termina de vestir.

Llegando abajo, veo una maleta azul marino, me acerco a ella confuso a inspeccionarla para saber de quién se trataba. En ese momento Miki baja corriendo, diciendo que no llegábamos y que teníamos el taxi esperándonos. Sin poder mirar la maleta más tiempo cojo la mía y salimos para entrar rápidamente en el taxi que nos llevaría a la estación.

Durante el trayecto Miki y yo íbamos hablando con el taxista sobre temas varios hasta que llegamos a la estación, le pagamos la carrera y entramos a la estación, estaba muy vacío todo. Miró a Miki y nos sentamos a esperar en uno de los bancos del tren. A las 6:30 y nos montamos en el vagón que queda en frente nuestro en la estación. Un vagón vacío para nosotros solos, nos sentamos en unos asientos de cuatro, uno enfrente del otro con una mesa en medio, en los asientos de al lado ponemos las maletas y encima de ellas las maletas de mano de donde saco mi portátil para escribir algunas redacciones para el trabajo de fin de curso que tengo que hacer para aprobar una asignatura. Miki, en cambio, saca un libro para leer.

El viaje se nos hizo eterno, eran tres horas aproximadamente con el AVE, Miki leyendo la mitad del viaje, la otra mitad haciéndome fotos. En cambio, yo había conseguido terminar tres artículos periodísticos. La voz del tren anuncia que ya estamos llegando a Orihuela dándonos tiempo de recoger todo para justo cuando el tren para, nosotros bajamos de él. La estación está igual que siempre, oscura con unas pocas bombillas iluminando secciones, cruzamos hasta el otro lado del andén y subimos a la parte de arriba para ya poder salir de la estación. Recorremos los andenes mirando las tiendas nuevas que han abierto y las que siguen donde siempre, pasamos por la plaza San Sebastián y por el Puente Viejo, tras él se encuentra la universidad Miguel Hernández, aunque pasamos de largo y vamos por la Calle Mayor hasta el hotel Tudemir. Perfectamente podríamos habernos quedado con mis padres, pero era mejor que no. Cogemos la habitación que había reservado, una suite en la última planta. Subimos y entramos a la habitación. Sus paredes son blancas con una moqueta granate exceptuando el baño que tenía azulejos en la pared y losas en el suelo, en el baño se encontraba un jacuzzi y ducha. Al lado de la cama hay dos mesillas y un poco más alejado un balcón amplio con dos sillas y unas amplias vistas a la plaza Ramón Sijé. También se encontraba un minibar y algunas cosas más como una televisión de plasma y una mesa escritorio.





La Persona Correctamente IncorrectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora