Capítulo XVI

2 1 0
                                    

-Miki, Miki, has jugado con fuego, y ahora te toca quemarte. ¿Qué hacías con Mark antes de iros a la escapada romántica David y tú?

-No me acuerdo de que hicimos la verdad, tengo ese día como borroso- Explicó el que estaba al lado mío.

-Me lo imaginaba, pero resulta que yo si lo sé, y Mark también se acuerda perfectamente- Miramos a Mark para que lo contara.

-Miki y yo... nos fuimos a un hotel... y lo hicimos...- El silencio sepulcral invadió la sala, Mark miró para abajo.

-No, eso es mentira, nunca engañaría a David. David sabes que no es cierto.

-Em, resulta Miki, que ha videos y fotos de Mark y tuyas en una habitación de hotel- Raúl me las mostró. En la primera foto, se muestra Miki desnudo sonriente con una copa en la mano. En la siguiente a Mark igual. Luego llegaron las fotos de los dos juntos, besándose los labios y el cuello. Me quería morir, no podía seguir viendo a Miki poniéndome los cuernos con Mark, lo peor es que fuese con Mark. Llegaron las fotos donde Mark le estaba haciendo un oral, o ya en el mismo acto.

Lo peor de esas fotos es que no eran pilladas, sino fotos echadas por ellos mientras mantenían sexo. Aparté la mirada del teléfono para poder mirar a Miki a los ojos, aunque sin decirle nada. Mi corazón estaba destrozado, lágrimas caían por mis mejillas mientras intentaba asimilar lo ocurrido.

Me levanté, y sin escuchar a Miki, Raúl o Mark salí de esa casa para volver a dirigirme a la mía. Con suerte aún no habíamos deshecho las maletas y se encontraban en la entrada al salón. Al cogerlas ví a Nuria, Alba y María, pero no les dije nada de lo ocurrido. Las cargué en peso y al darme la vuelta, me encontré a todo mi grupo de amigos, Daniela, Samuel, Aitor, Hugo, y las personas que se habían unido para destrozarme la vida. A estos últimos ni los miré, y con maletas en mano salí de la casa dirección al coche para irme de ese lugar que por la mañana se veía de un tono azulado y ahora, al darme la vuelta atrás veía un triste tono grisáceo.

Monté en él y antes de que alguien de la casa se acercara a mí, arranqué y me fui sin mirar atrás. Recorrí varias calles hasta que encontré un hotel. Aparqué en el aparcamiento y entré por su puerta rotatoria. Ya en el recibidor toqué una pequeña campana para que me atendieran. No tardaron mucho en salir dos mujeres sonrientes.

-Buenas, bienvenido al hotel Perseidas, ¿En qué podemos ayudarle? - Dijo una de ellas.

-Me gustaría una habitación para un tiempo indefinido.

-Claro, Fani, mira a ver la habitación- La otra chica se puso a mirar las habitaciones.

-Tenemos tres habitaciones disponibles para un tiempo indefinido, una suite, una normal o una económica- Dijo esa tal Fani.

-La suite está bien- Asienten y me dan las llaves, yo les pago tres noches por ahora y subo a la habitación 163.

Entré por la puerta de roble hacia una habitación con un sofá en forma del negro, una mini cocina con una mini nevera y un microondas, una cama con sábanas moradas y un baño con jacuzzi. Tras la estancia se encontraba un balcón bastante amplio con una mesa y dos sillas, se notaba que esa suite estaba hecha para dos personas. Dejé la maleta en la cama y me fui al balcón a llorar, solo podía llorar.

-Otra vez no, otra vez no- Me repetía a mí mismo. Me había vuelto a fallar, la persona que más había amado me había fallado, por segunda vez. Solo lloraba, nada más lloraba. Mi móvil sonaba y sonaba mientras que estaba apoyado en la mesa boca arriba, solo salía un nombre, Amorcete, Miki, solo me llamaba y mandaba mensajes Miki. Mas de 50 llamadas y 100 mensajes en una hora. Desistí y silencié sus llamadas y mensajes para no oírlos más. Miré las vistas a la piscina vi a parejas juntas riéndose, solo una persona estaba solitaria en la piscina, leyendo un libro. Mientras miraba solo me podía imaginar a Miki teniendo relaciones con Mark, no podía ni imaginármelo, pero lo hacía. Solo quería llorar, nada más que llorar.

Sonó el teléfono, mi hermano. Agarré el móvil y descolgué.

- ¿David? - Sonó la voz preocupante de mi hermano.

-Soy yo.

- ¿Dónde estás? Vuelve a casa.

-No voy a volver, por ahora, necesito tranquilidad, pensar todo lo que acaba de ocurrir. Es... no puedo Samu, me ha dolido mucho, no me lo esperaba de él, todo iba muy bien, ¿Por qué lo ha hecho? - Ya con las lágrimas de nuevo recorriendo mi cara.

-Yo... No sé, nadie se lo esperaba, se os veía felices.

-Y lo éramos, por lo menos yo.

- ¿Dónde estás? Para ir a verte.

-Hotel Perseidas, habitación 163, pero si eso ven mañana.

-Vale, iré mañana, descansa y mañana nos vemos.

-Hasta mañana- Le dije antes de colgar. Volví a mirar a la piscina, el chico que había solo no estaba.

En ese momento tocaron a la puerta. Fui a abrir pensando que sería del servicio de habitaciones, pero al abrir me encontré a un chico más alto que yo, 1,90 lo más seguro; con un pelo castaño claro, con unos brazos marcados en una camiseta prácticamente empapada por el agua.

-Hola, soy Rubén, estaba en la piscina y te he visto aquí- Dijo el chico, que resultaba ser el mismo de la piscina, ahora lo podía analizar mejor, su sonrisa era pura como el agua y sus facciones eran agradables a la vista.

-Yo David- Esnifé un poco para intentar eliminar cualquier signo de tristeza de mi cara.

-Te veo un poco mal, ¿puedo preguntarte que pasa?

-Eh, bueno, mi novio me ha sido infiel, solo eso.

-Bueno, solo eso... es mucho más que solo eso, te entiendo, me ha pasado lo mismo con el mío.

-Ah, lo siento- Dije sin saber que contestar y él rio.

-Lo siento por ti también- Nos quedamos en un silencio sorprendentemente cómodo- Yo voy a secarme, ¿Quieres luego hacer algo? Ver una película, salir de fiesta...

-Una película está bien, aquí en mi habitación, te espero.

-Vale, estoy en la 169- sonrió y tras decir un hasta ahora se marchó a secarse.

La Persona Correctamente IncorrectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora