Capítulo 8

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Esperaba a Marlyn afuera de su casa, porque  hoy habíamos quedado en irnos juntas a la escuela y que yo pasaría a recogerla

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Esperaba a Marlyn afuera de su casa, porque  hoy habíamos quedado en irnos juntas a la escuela y que yo pasaría a recogerla. Caminé de un lado a otro con prisa por lo tarde que estábamos, entre tanto esperaba a que Marlyn se despidiera de sus padres.

—Te demoraste —dije impaciente.

—No te preocupes, mi tío nos llevará a la escuela.

—Que bueno.

Me sentí más aliviada al saber que no llegaríamos tarde. En el primer periodo teníamos matemáticas y el profesor era algo exigente. Lo último que quería era que se enfadará con nosotras.

Estuvimos esperando en la acera al tío de Marlyn, pero ellos se estaban demorando demasiado.

—¿Estás segura de qué vendrán?

—Sí, es más, ahí vienen —Marlyn habló al ver la camioneta.

La camioneta se estacionó y Marlyn fue la primera en entrar al vehículo como copiloto, al lado de su tío.

—¿Cómo estuvo su día? —dijo Marlyn animada, y con su pregunta inicio una conversación entre ellos.

Era la primera vez que conocía al tío de Marlyn. De hecho, ella me había comentado que la familia de su tío se había mudado a inicios de este año a la ciudad y que por eso su madre le había obligado a estudiar en la misma escuela que su primo Zee. Ese era uno de los motivos más por la que Marlyn tuvo que cambiarse de escuela, al igual que yo.

—Buenos días, señor —saludé un poco incomoda, mientras habría la puerta de la camioneta.

Fue cuando vi al chico sentado a mi lado.

Zee, el primo de Marlyn y el mismo chico que me ayudó con James en la escuela.

—Hola —me susurró por la conversación que tenían Marlyn y su padre.

Le respondí con una sonrisa a su saludó.

—Él es Adrián. Mi tío —Marlyn nos interrumpió—.Y él es, Zee. A él ya lo conoces.

En el trayecto de camino ambos nos quedamos en silencio lo que hacía el momento algo incómodo. Él miraba hacia la ventana y en ocasiones volteaba a verme.

—¿Y la escuela cómo va? —pregunté nerviosa.

—Mejor dímelo tú, estamos en el mismo salón —se burló.

—Cierto.

El incómodo momento se intensificó al doble por mi pregunta tonta. Zee sacó su móvil de su mochila, haciéndome sentir ignorada. Pude ver como escribía en su móvil, sin quitar la vista de la pantalla.

Díganme, ¿era tan pésima socializando?

Me sentí algo ofendida, pero no lo culpaba por ignorarme. La verdad yo no podría acercarme a hablar con alguien que tenía la cara amargada como la tenía yo.

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