"¿Qué harías si por error le escribes a un completo extraño pensando que es tu mejor amiga?"
Dos personas que se niegan a amar a la persona que los aman, pero que están enamorados en secreto de la persona correcta.
🚫Está prohibido cualquier tipo de...
Gracias por estar aquí, leyendo otro capítulo más de "Un amor en línea".
Espero que puedas disfrutar de principio a fin esté capítulo.
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♡ Zoe♡
Si pensaron que la noche acabaría con un dulce final feliz estaban equivocados, porque la noche podía ponerse aún más peor de lo que ya parecía estarlo. Estaba esperando a que Marlyn volviera a entrar a la discoteca para recoger sus cosas que había dejado adentró. Marlyn tenía algo de miedo de volver a entrar por las miradas de los demás, por lo cual me ofrecí a acompañarla, pero ella prefirió ir sola y enfrentar a todos.
Miraba el cielo oscuro aún lado de la avenida solitaria dónde no se podía ver a nadie a kilómetros por lo tarde que era. En la pereza comencé a contaba las estrellas para pasar el tiempo. Ya llevaba un buen rato haciéndolo, pero cuando pensaba que tenía la cuenta me volvía a confundir con los números, por lo que volvía a contar desde el inicio.
¡Diablos! Creo haber contado ya esa estrella.
Entre en mis cinco sentidos al darme cuenta que lo que hacía era una estupidez. Había perdido el juicio, pero al menos el alcohol no era causante de ello.
Miré en dirección en a la entrada de la discoteca con esperanzas a que mi amiga saliera, cuando la vi salir a empujones de un sujeto de apariencia dudosa. Él tenía a arrastras a mi amiga y ella solo se limitaba a jalonear con él.
Mandé al diablo todo y me apresure lo más que pude para acercarme a ellos.
No entendí el porque ese hombre hacía eso, pero mi reacción fue automática y comencé a gritarle al hombre.
—¡¿Qué te sucede idiota?!—grité furiosa—. ¡Suelta a mi amiga!—le ordené molesta.
Tiré de Marlyn lo más fuerte que pude, para alejarla de él, pero como era de esperarse el sujeto me empujó como si nada, y si no hubiera sido por mi buen equilibrio me habría caído al suelo.
—¡Alejate tú!—gritó el hombre cabreado.
Por la forma en que me habló note que estaba ebrio, pero eso no me importo por la manera en que sujetaba a mi amiga. Su estado no justificaba su conducta y me valía un estúpido pepino si tenía que librar a mi amiga de sus manos.
El hombre era alto y de postura gruesa, sin mencionar que era mayor que nosotras.
Intenté guardar la calma y no soltar a llorar, porque no era el momento para demostrar debilidad, cuando mi amiga estaba asustada. Tenía que demostrar firmeza y rudeza para que ella sintiera más seguridad.
