La rivalidad común de dos hermanas

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Penélope Gianluca se encontraba en el espejo peinándose enfrente del espejo, en un hotel lujosa en una de las habitaciones de hotel, pues a su marido y a ella les habían notificado que como benefactores del hospital de Yamaguchi tenían que asistir a ese lugar. Si mal no recordaba, el amigo de su esposo había logrado tener una plaza en ese lugar en el departamento de neurocirugía. Sin embargo, cuando ella y Kaworu hacían acto de presencia a los dos se les veía separados, nunca se hablaban, el peli-blanco no se dignaba a tomarla de la mano ni dar muestras de cariño. Penélope sabía que Kaworu se iba todas las noches a dormir con algún amante. Dicha situación no la molestaba pero le enfurecía que todos sus amantes se parecían a su hermano y su primo Shinji. Una vez cuando ella llegó después de visitar a unas amigas en la ciudad, encontró a su marido en la cama con un chico al que en un momento ella pensó que era Shinji pero cuando lo vio mejor se dio cuenta de que no lo era. El joven simplemente se marchó, murmuró unas palabras y se fue.

-¿nunca tocas? preguntó Kaworu molesto.-Mientras se ponía una bata color azul marino.- Penélope ya estaba acostumbrada a verlo sin ropa.- A otra mujer le hubiese derretido el físico atlético y bien marcado de su esposo, pero a ella a estas alturas le daba igual, el odio y la repulsión eran más fuertes que la atracción física.- 

-¿y tú nunca dejas de dar lástima? reprochó ella. 

Kaworu pasó de largo de ella mientras se servía una copa de vino, la miró por debajo del vaso.

-Creo que la ciudad te está afectando demasiado, querida. ¿no deseas que nos vayamos a Milán unos días? Podemos ir a visitar la tumba de tu querido hermano si así lo deseas.

Penélope lo maldijo por debajo mientras que se ponía las manos sobre el pecho . Si se rebajaba a su nivel él ganaría. Penélope se lo pensó mejor y decidió burlarse de Kaworu. 

-No sería tan mal idea. Quizás podemos visitar a mis padres para que les expliques cómo me engañas con hombres que se parecen a Rono y mi primo. Seguro que incluso a la abuela le encantaría escucharlo. Ella esperaba de que te enamorarás perdidamente de mí. 

-Ja. ja. Tu abuela esperaba muchas cosas. 

-Y por eso la mataste.  Y luego deseabas hacerle  lo mismo a Shinji, a pesar de que eso hubiese sido tu ruina otra vez. 

Kaworu dejó de beber vino y de repente miró a su mujer con esa mirada asesina.

-¿De qué hablas?

-De que te llegaste enamorar de mi primo. Exclamó ella.- Y a pesar de que ahora lo tienes todo, tú corazón te lo sigue reprochando. De la misma manera en que alguna vez te lo reprochó cuando dejaste abandonado a mi hermano. 

Kaworu dejó de lado su copa de vino en una pequeña mesita. Mientras que se acercaba mortalmente a la mujer para levantarle el brazo con intención de abofetearla pero ella fue más rápida. 

-Hazlo. Y verás de lo que soy capaz. 

Kaworu no le quedó más remedio que obedecer. Bajo la mano para dirigirse hacia el baño sin comunicar ni una palabra más. 

Aquella vez fue la última en la que Penélope y Kaworu se dirigieron la palabra. Su esposo dejó de frecuentar la habitación para dormir en alguna casa de un amante o en un hotel. Y Penélope lo prefería ella también se había visto con un par de hombres a espaldas del joven peli-blanco. No iba a desperdiciar sus días de soledad en medio de amarguras y resentimientos en esa habitación de hotel. La joven se siguió cepillando el cabello mientras que se ponía un par de aretes hechos de perla. Estaba por ponerse el perfume cuando el teléfono sonó. Ella se levanto con uno de sus movimientos glaciales y lo contestó.

El descaradoWhere stories live. Discover now