El joven catequista, el interesado y la chica italiana

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A la mañana siguiente, Shinji se despertó con el sol golpeándole la cara con gran dificultad abrió los ojos, sabía que su abuela lo estaba esperando para preguntarle los salmos. Sin perder más tiempo, el muchacho agarró el libro para darle una leída rápida al primer libro y salió del cuarto. Sin embargo, grande fue sorpresa al descubrir que la abuela no estaba por toda la casa, el muchacho le preguntó a Etsuko, la ama de llaves, si había visto a su abuela a lo que ésta le respondió.

-No está joven. Salió muy temprano a visitar a una amiga.

-Pero se suponía que me iba preguntar sobre el primer libro de los salmos. Replicó Shinji

Etsuko no supo qué responder encogiéndose de hombros, Shinji estaba muy confundido. Era tan extraño que la abuela se tuviera que ir.

-Yo te preguntaré del primer libro. Dijo de pronto una voz.

Shinji y Etsuko voltearon a ver a Kaworu Nagisa que había llegado con una gabardina beige lentes oscuros, y el peinado desordenado. Shinji pensó que se veía más hermoso de lo usual. El hombre de cabello plati-nado le sonrió a Shinji, Etsuko inclinó la cabeza en señal de saludo.

-Buenos días, señorito Kaworu.

-Buenos días, Etsuko. Dijo el muchacho mostrándole una sonrisa a la ama de llaves, la mujer en consecuencia se sonrojó, volviéndole a sonreír. Shinji en su interior rodó los ojos "Kaworu con una sonrisita podría hacer que millones de mujeres se pelearan a muerte por él", Etsuko balbuceó unas palabras y se retiró dejando a Shinji a solas con Kaworu.

-¿y bien? Preguntó Shinji cruzándose de brazos.

-La tía me pidió que te preguntara el primer libro de los Salmos. Espero que no encuentres inconveniente en ello. Explicó Kaworu con una sonrisa siniestra.

-No, claro que no. Rechazó Shinji.

-Bien. Si quieres cuando terminemos podemos irnos a tomar un helado.

-Sí, si claro.

Shinji le comentó a Kaworu sobre de lo qué trataba el primer libro de los salmos, el muchacho de cabello castaño oscuro estaba impresionado aquel hombre lo escuchó como nadie nunca antes. Kaworu no se enojaba cuando Shinji fallaba en alguna cosa del primer libro sino que se lo repetía con muchísima paciencia y no dejaba de sonreír.

-No, mira. Estás mal. El primer libro de los Salmos dice "Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia" recitó aquel hombre de cabello blanco con suma facilidad.

Shinji estaba asombrado, Kaworu no solo parecía conocer la biblia sino que se la sabía de memoria incluso podía leerla muchísimo mejor que muchos sacerdotes. El muchacho castaño oscuro no solo le agarró confianza a la manera de enseñar de Kaworu sino que se sintió aún más interesado por aquel hombre. Para cuando habían terminado, las advertencias de su hermana sobre cuidarse de aquel hombre habían desaparecido de la mente de Shinji. Así que cuando Kaworu le dijo que si lo acompañaba a tomar un helado, el muchacho peli-castaño aceptó, todo para seguir conversando con Kaworu.

Kaworu y Shinji se sentaron en una heladería que estaba muy cerca de la mansión de la abuela de Shinji, el muchacho de castaño oscuro había ordenado un sorbete de mango mientras que Kaworu se limitó a beber un vaso de agua con hielos. Ambos conversaban alegremente como si fuesen viejos amigos casi no importando la diferencia de edad.

-¡Vaya! Kaworu-kun. No sabía que te supieras tan bien la biblia

-Fui catequista por cinco años en la iglesia de San Mitchell. Disfrutaba mucho leerla y explicarla, mi pasaje favorito siempre fue el Apocalipsis.

El descaradoWhere stories live. Discover now