El capitán.

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Miré con fastidio el anuncio del maratón de piratas del caribe.

Aborrecía esas películas de mierda, todo el mundo lo sabía.

¿Piratas? Qué estupidez más grande, ¿Quién había sido el idiota en inventarse esa mierda?

Porque claro, esos cuentos no eran nada más y nada menos que fantasías estúpidas.

Quité el canal con fastidio y tomé una palomita, el día estaba realmente aburrido y ya me había visto como tres películas. Eran las 10 de la noche ya, y debería dormir.

Pero cometí el error de beber café.

Me levanté con pesadez de mi adorado y cómodo sillón, tomé el plato de mi gata Aurora y lo moví aún con la comida dentro, llamándola.

No apareció.

Fruncí mi ceño y seguí haciéndolo, y ella seguía sin aparecer. ¿Había salido de nuevo? Demonios, la última vez que lo hizo la encontré herida porque unos perros la habían atacado.

Mi corazón se llenó de miedo.

Tomé un abrigo y una linterna, me puse mis botas negras por supuesto y corrí hacia mi puerta, hacía mucho frío, por suerte mi abrigo de piel era mi segundo mejor amigo. Caminé por las calles moviendo el plato. Y no, no me robarían. Mi residencial era bastante seguro.

—¡Aurora, bebé! Mamá está preocupada. —Hice un puchero, se me salía lo cursi con mi gata, nadie me podía culpar. Escuché un maullido, era cerca del parque, rápidamente corri hacia ahí.

Corrí más cuando la ví a lo lejos, se notaba asustada y además miraba hacia arriba, ¿Un ave? Seguí su mirada.

Ay, Jesús, eso era todo menos un ave.

Tapé mi boca sorprendida al ver un barco flotante, la linterna terminó en el piso y el plato también, Aurora como si nada comió algunas croquetas, pero yo seguía viendo el barco.

¡Tanto maldito piratas del caribe me dejó loca, sabía!

Restregué mis ojos asustada, y cuando enfoqué mi vista, algo me había agarrado y elevado hacia arriba, solté un chillido intentando escaparme. De pronto sentí una tela en mi boca y un saco en mi cabeza, luego me amarraron las manos.

Ay virgencita.

Sentí que mi cuerpo subió rápidamente, sonidos de cadenas, escuchaba gritos y maldiciones.

—¿Para qué mierda me hiciste traer al gato? —Gruñó una voz grave, yo temblé, ay, Aurora, no, no.

—Cierra la boca y súbelo, recuerda que al capitán le gustan. —Replicó una voz calmada, yo seguía temblando como nunca. Me dejaron caer en una especie de piso de madera.

—¡Eleven anclas, suelten las velas, ahora! —Rugió una voz, dándome un escalofrío de sobremanera.

La puta madre, ¿Jack Sparrow?

Escuché el sonido de telas, chirridos y algo subiendo. Solté un jadeo cuando sentí que el barco avanzó gracias al viento.

¿A qué hora me despertaba?

—Mata a los que no sirvan. No acepto débiles aquí. —Tragué saliva y ahora sí que sollocé. No podía creer nada de esto, ¿En serio estaba dormida? ¿El café tenía algo? —Tráiganme al gato.

Abrí mis ojos, muerta de pánico.

Solté un chillido, no supe cómo, porque tenía una tela en mi boca, aún así me removí como gusano en el suelo, sacudí mi cabeza para sacar el jodido saco y moví mi boca de tal manera que mandé al diablo que cubría mi boca, y como si nada, mordí a la persona que traía a mi gatito.

Tsunami. (One Shots de Kim HongJoong-ATEEZ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora