CAPITULO III

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GLOSARIO DE TÉRMINOS

2. Sgian-dubh: Es el nombre gaélico escocés de un pequeño puñal que forma parte del traje tradicional de las Tierras Altas de Escocia.

***

Quizás no debería hacerlo, tal vez estaría cometiendo una completa locura al dejarse llevar por sus instintos, sin embargo, a pesar de estar consciente de esto, a Gustaf simplemente le fue imposible resistirse.

Bastaron unos pocos segundos, al divisarla detrás del montón de aldeanos mientras se alejaba, para que toda la coherencia de su mente se desvaneciera, dando paso a pensamientos que no hacían más que instarlo a realizar una única acción en particular: ir tras ella; y aunque le tomó más tiempo de lo esperado, debido a que no podía desatender las inquietudes de los que le rodeaban, el Laird se encontró tomando el mismo camino por el cual vio marchar a la joven Daviana, con la esperanza de encontrarle.

Subió a su caballo y mientras los aldeanos le despedían avanzó a ritmo ligero, más aquel paso lento y tranquilo, que no era más que una simple fachada, se desvaneció por completo cuando los cascos de su caballo abandonaron aquel terreno. Fuera de la vista de todos, al fin podía dar rienda suelta a aquel sentimiento de urgencia que de pronto le había invadido y espoleo a su querido semental para tomar velocidad y poder alcanzarle.

A pesar de haber tomado aquella decisión, su parte racional, que había sido desterrada a lo más profundo de su mente, no hizo más que tratar de que sus inquietudes traspasaran la bruma impulsiva que se había adueñado del Highlander. Y aunque fue mucho lo que batalló para lograrlo, cuando después de un largo recorrido él aún no logró divisarla, aquella pequeña voz en su cabeza fue escuchada.

¿Qué rayos estaba haciendo? Se preguntó, sintiendo la fría realidad colarse nuevamente en su ser. ¿Que pretendía al salir con tal urgencia detrás de una joven que a lo mucho le dirigía la palabra?

De sus labios salió un suspiro pesado antes de que halara las riendas y ralentizada el paso, al tiempo que sus pensamientos cambiaban por completo. Si antes había querido encontrarle de forma apresura, en aquel momento su único deseo era encontrar una pared lo suficientemente compacta para estampar su rostro contra esta y ver si así lograba recomponer las fallas que habían invadido su psique.

Si su hermano Dante estuviere allí a su lado, presenciando aquella situación, estaba seguro de que no se desharía de sus burlas por largo tiempo. Después de todo, Gustaf había disfrutado bastante ver a su hermano caer rendido a los pies de una fiera de mujer como lo era su cuñada, y estaba seguro que aquel habría sido el momento perfecto para que este ejecutara su venganza.

Aquel pensamiento le provocó una genuina sonrisa y a la misma vez hizo que su corazón se encogiera. Lo extrañaba demasiado. Tanto a él como a su padre.

Tratando de olvidar la locura que estuvo a punto de cometer, cabalgó hasta el castillo centrando su mente en lo que desde un principio debió hacer: idear un plan que le permitiera obtener información tanto del nuevo prisionero que habían atrapado, como también de los otros dos que aún permanecían encadenados en el calabozo sin pronunciar palabra alguna sobre la ubicación de su líder.

Un gruñido exasperado escapó de sus labios de solo pensar en ello. Aquellos desertores eran una verdadera molestia para él y para todo aldeano de aquellas tierras.

Las ideas bombardearon su mente casi de inmediato y este, de forma ejemplar se encargó de organizarlas para crear así un método que posiblemente terminaría con aquel tormento y habría seguido concentrado en ello de no haber sido por una voz que llamó su atención.

La Perdición del Highlander (Secretos en las Highlands 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora