✉️ Cuarta Carta ✉️

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Había olvidado el hecho de sentirme bonita.

Mirarme al espejo ya no había sido una costumbre para mi, pero ahora que debí hacerlo para maquillarme y ponerme el vestido negro con los tacones altos. Lo cambió todo.

Siempre es tan especifico en sus cartas, como si cada segundo contara. Y a las diez en punto el claxon de un auto se escuchó afuera de la casa. Salí con un abrigo en mi brazo y me encontré con una limosina con los únicos cuatro chicos que aún seguían conmigo.

Todos iban vestidos de acuerdo al lugar donde seguramente Aidan planeó.

-Creo que también nos llegó una carta... - Comentó Leo al abrirme la puerta.

-Algo inesperado... - dije antes de subirme.

Al interior estaba todo iluminado, había una botella con hielos, música a bajo volumen y una vibra de conmoción.

-Creo que para todos fue una sorpresa que está limosina pasará por nuestras casas... - Rompió el silencio Luc.

-Quizá fue algo que deseó vivir con nosotros pero ya no tuvo tiempo de hacerlo... - Murmuró casi inaudible Esteban con su mirada agachada.

-La carta. Recuerden.

-Claro, Leo, la carta- todos aclararon sus gargantas y empezaron a subir el volumen de la música mientras que Luc servía la botella en los pequeños vasos.

-Brindo por la fascinante y destructora diversión que tendremos esta noche y por las dos almas de las fiestas - Elevó su vaso Leo chocando con los nuestros al brindar lo mismo para después tomarnos de un solo trago todo.

El sabor amargo y caliente resbaló por nuestra garganta provocándonos gestos graciosos. El chofer siguió conduciendo hasta que después de media hora, se estacionó en un establecimiento para nada habitual al que íbamos antes.

Este era con clase y demasiado llamativo por fuera. Ver nuestro alrededor solo habían más autos de lujo e infinidad de gente vestidos con lentejuelas y demasiada calidad.

-Aidan, esta vez fuiste demasiado lejos... - Susurré.

Boca abiertos caminamos hasta la entrada y nos dimos cuenta que a todos les pedían un pase metálico, nos miramos confundidos porque en ninguna carta venía algo parecido. Cuando llegó nuestro turno, solo bastó con un chasquido del gerente y nos dieron pase inmediato.

-Buenas noches, espero que disfruten su noche, ya que su visita la anhelábamos desde el primer día que nos avisaron que llegarían.

-Ah... Muchas gracias... - Fue lo único que articulamos.

-Su barra destinada está al fondo. Cualquier cosa estarán a su servicio. - nos sonrío y se alejó de nosotros.

Puede que sea cortesía del lugar que te tratarán así pero ¿Una barra para nosotros? Eso es algo increíble. No tengo como confirmarlo pero estoy totalmente segura que la idea de Aidan es hacernos olvidar de todo lo que vivimos estos últimos meses...

Y es lo que haré.

Dejamos los abrigos en los sofás de nuestra barra y empezamos a pedir las bebidas. Con el tiempo fuimos apostando y retándonos, reímos y lloramos, bailamos y gritamos. Dejamos salir todo lo malo.

Esa noche fue la primera en la que no me divertí con él, pero sin duda hizo que valiera cada segundo.

Nos sacaron hasta que dieron la orden de cerrarlo. Caminamos como pudimos a la limosina que nos estaba esperando durante todo este tiempo y nos dejó a cada uno en nuestras casas.

Llegué y todo era lo contrario a donde hacía unas horas estaba. Era silencioso, oscuro y frío.

-¿Estás en casa, Aidan? - inconscientemente grité cuando aventé los tacones.

Posdata: Te amo. #Extra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora