XI

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El camino en autobús había sido silencioso, pero ninguno había alcanzado a sentir la incomodidad de esto, pues tanto Hyunjin como Felix estaban distraídos con sus propios pensamientos, aunque esto no evitaba que de vez en cuando se lanzaran miradas cuando el otro no veía.

Se habían atrasado por la rara ausencia de autobuses en aquella hora, pero Changbin, a través de un mensaje, le había asegurado al pelinegro que todavía estaba llegando gente y que no se tomara tan en serio todo.

—Es aquí —anunció Hyunjin cuando reconoció que la próxima parada los dejaría cerca del hotel.

Felix se sobresaltó un poco ante su voz, pero asintió inmediatamente, levantándose luego de que el pelinegro lo hiciera.

Al bajarse, notaron que varios autos de último modelo pasaban por la calle, llevándolos a mirar hacia el gran hotel que se encontraba en la esquina final.

Había mucha gente reunida en la entrada, pero sin hacer ningún tipo de alboroto, todos parecían mantener la compostura y caminaban con cierta gracia mezclada con superioridad. Hyunjin frunció el ceño ante ello, pero siguió confiando en lo que Changbin le había dicho y se volteó hacia el rubio, que también miraba a toda la gente, quizás algo afligido.

—¿Vamos? —preguntó el pelinegro, ladeando un poco la cabeza.

Felix suspiró, intentando disimularlo. —Sí, entremos.

Apresuraron el paso y se pusieron en la fila que se había formado en la entrada, donde al inicio de esta debían entregar sus tickets a uno de los guardias que estaba parado frente a la puerta.

—Esto es... —comenzó a decir Felix algo dudoso, luego de que esperaran en silencio por unos minutos, pero Hyunjin lo interrumpió.

—Tampoco es lo que yo esperaba, si te soy sincero.

—¿En serio? —preguntó el rubio, alzando las cejas.

El pelinegro negó con la cabeza junto a una pequeña sonrisa. —En serio. Pero me dijeron que luego se pone bueno, y espero que así sea.

Felix iba a responder algo a aquello, pero escucharon un carraspeo que les llamó la atención.

—Siguiente —dijo el guardia, con el ceño fruncido, cuando ambos muchachos no habían avanzado en la fila.

—Lo siento, aquí están —se apresuró a decir Hyunjin, buscando los tickets en su bolsillo y entregándole los arrugados cartones.

El guardia, luego de recibirlos, frunció más el ceño al ver los cartones en aquel estado, pero luego de revisarlos, soltó un chasquido con la lengua antes de un suspiro y les indicó con la cabeza que podían entrar.

—Gracias —respondió el pelinegro con una gran sonrisa, la cual Felix intentó imitar ante el hombre.

Cuando entraron, el ambiente se volvió bastante ruidoso por toda la gente que ahí se encontraba, lleno de murmullos y risas exageradas en un tono bastante agudo a su parecer.

La gente vestía vestidos y trajes de alta calidad, haciendo que ambos muchachos volvieran a observar sus ropas.

El salón tenía un techo alto y una pintura renacentista hecha en este, con varios candelabros que colgaban de ahí, haciendo destellos cuando la luz pasaba por los pequeños cristales hasta chocar con los adornos dorados que había por todo el lugar.

Hyunjin hizo una mueca y observó rápidamente a su alrededor, hasta que localizó la barra, en donde tendría que estar Changbin, al final del gran salón.

Relevé | 𝑯𝒀𝑼𝑵𝑳𝑰𝑿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora