XXIV

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Las luces de las habitaciones en el hospital poco a poco iban apagando sus luces luego de que la noche cayera lentamente, y una de las pocas que todavía tenía un tono amarillento debido a la pequeña lámpara que seguía encendida sobre la mesita que había a un lado de la cama, era la de Felix, quien despertaba de uno de sus sueños más profundos.

Abrió lentamente sus ojos, deshaciéndose de la pereza al restregar su rostro solo con la mano izquierda, puesto que la derecha estaba siendo apresada por la del pelinegro que se había quedado dormido sobre ambas manos, la propia y la del rubio, todavía sentado en una silla.

El rubio se quedó observándolo unos segundos antes de comenzar a acariciar el dorso de su mano, alcanzando también parte de la mejilla de Hyunjin al estirar sus dedos. El pelinegro lucía cansado, pero aun así sus párpados comenzaron a moverse, reaccionando al suave tacto del contrario. Terminó por entreabrir sus ojos, alzando su mentón levemente para mirarlo.  

Una sonrisa se le formó en el rostro al conectar sus ojos con los de Felix. 

—Hey —murmuró el pelinegro, correspondiendo el gesto de cariño con su mano.

—Hey —respondió Felix, con su voz atenuada debido a lo seca que se encontraba su garganta.

Hyunjin le alcanzó el vaso de agua que ya estaba servido sobre la mesita de noche, y aprovechó de acercar también su silla para estar más cerca de la cabecera y del rostro del rubio. Procuró cuidar sus movimientos para no interrumpir el silencio que en la habitación reinaba desde hace un par de horas. Fue entonces cuando Felix se volteó a mirar la habitación y encontró a Jeongin durmiendo profundamente en la cama que estaba a un lado.

—Tu familia se fue hace poco, les prometí que me quedaría mientras arreglaban todo para que fueras con ellos cuando te den de alta por la mañana —mencionó el pelinegro, todavía en voz baja, también mirando hacia donde Jeongin dormía. No sabía si Felix era consciente de que ahí habían estado, pero necesitaba que lo supiera. Alzó su muñeca para revisar la hora en su reloj y le sonrió acogedoramente —Son las cinco de la mañana, no queda mucho. ¿Necesitas algo?

El rubio había enmudecido ante la pregunta, sabía que era algo tan simple como querer un poco de agua o una manta extra, pero el pelinegro permanecía en silencio mientras sus ojos gritaban con inquietas ansias que hubiera algo que pudiera hacer por él, y Felix sintió una nueva responsabilidad sobre sus hombros, una que estaba decidiendo llevar.

Felix asintió despacio y tragó saliva. —Hyunjin...

—¿Hm?

—Tú... ¿Crees que me perdonen? —el rubio soltó, echando una mirada rápida hacia Jeongin y pensando en su verdadera familia.

Sintió que había estado pasando a llevar a muchas cosas, a muchas personas, y que, la importancia que les estaba entregando, no se las daba de manera honesta. Había vivido hasta ahora bajo la influencia de su tristeza y a través de sus ojos teñidos de gris. 

Siempre tuvo en mente la creencia de que jamás podría devolver todo lo que le entregaban, que no era merecedor de recibir, pero estaba constantemente ignorando el hecho de que ellos no eran quiénes esperaban por algo más a cambio, era él mismo quién sentía que nada de lo recibido llenaría el vacío que en su interior crecía con los años, y que entonces, no sería capaz de hacer lo mismo por el resto.

Si lo pensaba de esa manera, quizás era cierta envidia lo que creaba la barrera entre él y otros, era aquella admiración hacia quiénes lo rodeaban y podían entregar todo de ellos sin necesitar de algo que les llenara de vuelta. Era aquella gracia natural que nunca había dejado crecer en sí mismo. 

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2023 ⏰

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