Todo estaba mal, muy mal, habían hecho lo posible y aún así... Aún así...
Dahana negó con la cabeza, esto aún no acababa, aún podían quedar algunos con vida, aún debían de haber algunos con vida.
Desde la mañana el día había estado gris, no podía ponerse peor, la tormenta que amenazaba con caer no podía soltarse, no en estos momentos, Dahana debía de resistir, debía salvarlos...
-¡Dahana contrólate!- El grito de Charlotte no la contuvo.
-¡Dahana!- Tampoco lo haría el de R.
-¡Dahana!- Aunque doliera por esta vez igual ignoraría a Tania, debía ir, debía buscar que todos estuvieran aún allí, que la oportunidad de rescatarlos con vida aún estuviera presente.
Dahana se introdujo entre el mar de escombros que minutos antes había sido un vecindario de toda una manzana, no era tarde... Debía de gravarse eso.
El ataque terrorista que momentos antes había ocurrido en la zona y que había sido el causante de la destrucción de aquel lugar había sido reportado a la policía quienes posteriormente lo comunicaron a la UESI ya que los causantes habían indicado que si Dahana Suredal no se entregaba en el lapso de cinco minutos erradicarían todo el lugar. Sin embargo para cuando Dahana y la UESI llegaron en cuestión del lapso de tiempo que los terroristas habían dado todo ya se había perdido, los terroristas habían volado todo y aunque intentaron atacar ahora estaban contenidos por R, sin embargo los alrededores solo eran un mar de cadáveres calcinados e incompletos, la única víctima que habían logrado salvar acababa de fallecer en los brazos de Charlotte mientras recibía la atención médica de Tania y otras dotadas sanadoras.
Sin embargo y a pesar de todo Dahana se resistía a darse por vencida, era verdad que habían desplegado dos unidades de rescate pero... No era suficiente, debía de haber alguien entre todos esos muertos que aún tuviera, aunque fuese un gramo de vida.
Dahana no podía simplemente admitir que toda ese gente, mujeres, hombres, niños, niñas, bebés, habían muerto por su culpa, porque si lo hacía... ¿En qué sería diferente a su abuelo? ¿A su clan? ¿En qué sería diferente a toda esa gente que había aniquilado a miles durante la guerra? ¿Qué la volvería eso?
Intentando no pasar nada por alto, la joven revisó hasta donde no había posibilidad de que un ser humano se encontrase.
-¡¿Hay alguien con vida aquí?!- Exclamó Dahana sin importarle que la ceniza y el polvo del ambiente se metieran a su garganta resecándola. -¿Alguien...?-
Después de unos minutos que fueron una tortura infernal en medio de todo ese caos por fin pudo dar con alguien, era un adolescente que a los ojos de Dahana no pareció más que un niño, debería tener entre doce y catorce años, estaba enterrado entre unos escombros y cuando Dahana intentó moverlo tuvo que reprimir un grito de horror puro. El cuerpo del menor estaba roto, literalmente roto, por la mitad, aún era un milagro que siguiera con vida, aunque eso no iba a durar ya que la luz de sus ojos cada vez de apagaba más y más.
-No, no, no, no...- Dahana se apresuró a llegar hasta el chico y se arrodilló junto a él haciendo caso omiso a los escombros que se le clavaban en la piel. -Esto no puede estar pasando... No.-
El chico parpadeó y emitió una leve sonrisa al ver a la joven que ahora estaba a su lado y cuyos ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
-¿Eres un ángel?-
Dahana se estremeció al escuchar esas palabras, ella era de todo... Menos eso. ¿Cómo podía ser un ángel cuando había sido la causante de semejante desastre?
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ND Una danza de asesinas
Teen Fiction"-Ella solo te está ocupando, así que, déjame ofrecerte un trato... Trabaja para mí y todos tus crímenes serán perdonados, no solo tendrás la protección de la UESI sino también la mía.- -Ajá... ¿Yo para qué mierda quiero trabajar para una mocosa mim...