Sufre bella princesa...

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Dahana fue poco a poco abriendo los ojos, al inicio todo era un mar de manchas coloridas y borrones que no podía ubicar o darles forma, después logró escuchar voces, decenas de palabras y frases que llegaban desde un punto bastante cerca, por más que se esmeraba en entender no lo lograba, todo lo que decían no eran más que palabras cuyo significado no comprendía.

Después de un rato sus ojos finalmente volvieron a ver normalmente y pudo enfocar a los sujetos sentados no muy lejos de donde ella se encontraba, entre ellos reconoció al tipo que la había enfrentado en la UESI.

¡Por un demonio, la UESI!

Los recuerdos de todo lo que había pasado le cayeron como un balde de agua fría causando que un terrible dolor de cabeza se hiciera presente, ella no podía estar allí, debía de estar ayudando a los suyos, tenía que irse...

Intentó moverse pero notó que cadenas la mantenían presa al suelo por medio de sus brazos y sus piernas, además de que sintió una mordaza parecida a una pelota en su boca. Sin hacer ruido analizó todo a su alrededor y cuando su cuerpo se estremeció a causa de una ligera corriente de aire proveniente de un ventilador cayó en cuanta que se encontraba casi desnuda, su ropa estaba hecha girones a un lado de ella y lo único que llevaba en esos momentos era su conjunto de prendas íntimas lo cual le generó una profunda ira.

-Oh vaya.- El hombre del humo se levantó de la mesa y comenzó a caminar hasta ella. -Veo que ya despertaste, ¿dormiste bien linda princesa?-

Dahana le miró con ojos llenos de fuego y rabia provocando que aquel sujeto riera, su capucha ya no le cubría el rostro y dejaba ver sus rasgos faciales perfectamente. Era un joven, un poco mayor que Dahana, quizá de unos 22 y 23 años, tenía unos ojos color miel y un cabello rubio y sedosos, Dahana quiso escupirle en esos momentos, y lo habría hecho de no ser por esa mordaza que llevaba en la boca.

-Mis compañeros querían aprovecharse de ti mientras estabas, bueno, ya sabes, dormida, pero me opuse diciendo que sería más divertido cuando despertases. No soy una persona que disfrute de los placeres sexuales pero...- El chico tomó a Dahana por la barbilla mientras la miraba directamente a los ojos. -He de admitir que adoro las expresiones de mis víctimas cuando les hacemos algo que no quieren, además, me pregunto que cara pondrá Naomi cuando le cuente la forma en la que algunos de los míos te penetraba o el tono de tu voz al gemir, quizá incluso le diga las expresiones y súplicas que lanzabas rogando que nos detuviéramos.-

Dahana no era un persona miedosa, en su vida se había encargado de controlar bien tanto sus emociones como sus temores, normalmente los afrontaba con bastante madurez pero ahora... Cuando aquel extraño mencionó lo que estaban por hacerle, lo que sufriría, un terrible miedo recorrió sus entrañas apoderándose de ella. Sus ojos se cristalizaron y un temblor se hizo presente en su cuerpo, no quería eso...

-Veo que la idea te parece encantadora.- El chico le acarició la barbilla y Dahana sintió como si esos dedos le quemaran.

No, esa idea no le parecía encantadora, le aterraba, lo último que quería era ser tocada por alguno de ellos. Dahana cerró los ojos obligándose a mantener la tranquilidad, alguien debía de venir, alguien... R, Charlotte, Tania... Quien fuera, las necesitaba.

-¿Te parece si comenzamos? El tiempo es oro y no hay que desperdiciarlo.- Las manos del joven la soltaron y Dahana comenzó a entrar en pánico cuando se alejó para ir a hablar con el resto de sus compañeros, y casi le da un ataque cardiaco cuando la señaló y todas las miradas recayeron sobre ella con morbo.

Dahana no podía permitir que eso pasara, intentó liberarse de las cadenas logrando que la piel de sus tobillos y muñecas se desprendiera poco a poco causándole un terrible dolor, sin embargo ese dolor fue suplantado por el miedo cuando al menos una decena de hombres semi desnudos se posaron frente a ella.

ND Una danza de asesinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora