Día 4. Béisbol

279 22 17
                                    

El gordito se ve bastante frustrado, se lleva la palma de su mano a la cara, y la restriega. Llevamos ya bastante tiempo de la tarde en este lugar, intentando jugar al béisbol, que dice que le gusta mucho (Cartman interesándose por un deporte. ¡JA! Te tienes que reír).

— ¡No, así no, Kahl!

— ¡Joder! ¿Y ahora qué? ¡Si no he hecho nada malo ahora! ¡Esto no puede ser tan complicado!

— ¡Pero si lo estás sosteniendo mal otra vez!

— Sólo es un estúpido palo, ¿cómo se supone que lo puedo sostener mal?

— ¡Porque el estúpido eres tú, no el palo!

Pues puede ser, porque realmente no entiendo nada de nada. No puedo comprender este deporte, por más que Cartman lo ame con toda su pasión (o eso dice), para mí no significa nada.

Usan un palo, un guante, una pelota. Y luego siguen las reglas para ubicarse en el campo, y jugar con esas cosas. Ya leí acerca de eso, tampoco fue tan complicado, no importa lo que me pregunte sobre las posiciones o los detalles, siempre puedo recordar todo perfectamente. Llegué a impresionarlo con eso, pero era obvio, tampoco había nada que fuera tan difícil de aprender.

Excepto sostener el palo. Que parece más complicado de lo que puedo llegar a comprender. No tengo ni idea de cómo es la posición correcta en la que debo situarme.

Estoy de costado, en la posición de bateador, tengo que mirar hacia el lanzador y darle a la pelota antes de que el catcher la ataje. Cartman está jugando de lanzador, aunque él ha dicho que su posición favorita es la de catcher. No tenemos más gente, estamos solos en el campo. Por eso él ha jugado en esa posición, o al menos, lo estaba haciendo, porque sigue insistiendo en que sostengo mal el bate y no sé ¿abanicarlo bien?, y se acercó para intentar corregirme en la zona de bateo.

¿Qué tan difícil puede ser posicionarse bien y sostener esto para darle a una pelota?

— Tampoco hace falta que te pongas así...

— Y tampoco hace falta que te ofendas por nada, judío. — me dice con sus brazos cruzados sobre su pecho. Está pensando. Creo que esto no está funcionando, no puedo jugar con él al béisbol al fin y al cabo. Puedo imaginar que me dirá que prefiere volver a casa y ponerse a ver Anatomía de Grey o una mierda similar. — Vamos a intentar sólo algunos pases.

Me equivoqué. Parece feliz el condenado observando los guantes en la caja, los revisa uno a uno tocándolos y girándolos en sus manos. Me pone contento que no haya querido dejarlo.

— Este es el mejor, toma. Yo puedo usar este otro, que tampoco está tan mal, pero prefiero que tengas el mejor porque yo ya estoy acostumbrado y puedo usar cualquiera, pero tú eres un novato.

— Ah, g-gracias.

No trates de conquistarme con tus halagos extraños, culo gordo. Todavía estoy algo mosqueado por obligarme a hacer esta mierda del palo y la pelota. No me puedes tener cambiando de humor así como así, porque si no, cualquier día de estos, me dará un soponcio.

Pero sé que aunque le dijera eso, no me escucharía, por más que intento que cambie, él no lo hace. No deja de ser un cabrón y un caradura, y que cada vez salimos a algún sitio, aprovecha cualquier ocasión para dar la nota. Es más, creo que ni siquiera deberíamos estar aquí solos, pero no hay nada que hacerle, pues sé que igual hubiera venido. Prefiero que, si empieza a ponerse en plan "hago lo que me da la gana y cuando da me la gana", estar yo cerca, pues nunca se sabe...

Se ve muy feliz, está sonriendo ampliamente mientras agita su mano con la pelota desde lejos. Hay, al menos, cinco metros de distancia entre él y yo. Me pregunta si estoy listo y le digo que sí, lanza la pelota, la atrapo con el guante. Se siente raro atajar algo teniendo esto tan grueso cubriendo mi mano, pero tampoco es muy complicado. Parece contento, me hace un halago. Lanzo la pelota de vuelta.

Kyman Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora