The Perfect Formula For a Waltz

VIII

Invierno, 1781
Casa Calisto, Francia

Escribir cartas se volvió común.
Empezó con una al día, y termino con 5 cada hora.

Al no poder salir a buscar a su amado a la casa Lombardi debido a las ventiscas y tormentas de nieve que azotaron Francia ese año, la peor nevada desde hace un siglo cabe recalcar, se dedico a escribir cartas para él y mandarlas a Versalles.

¿Como sabia que estaba en Versalles? Nunca nadie se lo informo, pero estaba segura que se encontraba allí, después de todo su amada madre se lo dijo, tal vez fue en un sueño o mejor dicho, una pesadilla, pero se lo dijo su madre.

Cuanto daría por tener el cadáver de su madre reposando en su cama, para poder abrazarlo y sentirse acompañada todas las noches, poder ceñirlo, verlo y tocarlo era todo lo que pedía, embriagarse con su aroma, tal vez ahora putrefacto.

Pero su madre ya no le interesaba mas, su único amor, la única persona a la cual necesita es a su amado.

Pasar todo el día con él era su ilusión, tenerlo a su alcanze por la noche, comer un pequeño trozo de su carne todos los días para sentirse parte de él, parte de la persona que más ha amado.

Cuando su primera tanda de cartas fue enviada, el mensajero le informó que las cartas habían sido exitosamente entregadas al Duque. Entonces, ¿porque no le respondía?  Ya las leyó, tendría que haber respondido ya, ya pasó una semana. ¿Que acaso no mira que ella le necesita, no mira cuanto daño le hace no tenerlo cerca, que le está impidiendo que le responda?

¿Con qué monstruo ridículo estará?

¿O acaso sería ella ese monstruo ridículo?

¿Porque se empeñaba tanto en hacerla sufrir?

¿Que no miraba que lo necesitaba allí?

Igualmente, le seguirá escribiendo cartas todos los días, igualmente, ya en primavera lo iría a visitar, como le había informado ya.