II

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Primavera, 1781

Casa Calisto, Francia



"Todo tiene una razón de ser."

Esa era la única frase que recorría su cabeza, si esa frase era verdad, ¿porque la noche anterior tuvo ese sueño?

Se encontraba en un hermoso campo de flores, según lograba ver, era un claro en medio de un bosque, ya que todo estaba rodeado de árboles.
Se fijo en su vestimenta, un vestido liviano teñido de un amarillo sutil, un diseño de rosas y los extremos de su vestimenta se notaba un fusia mezclándose con el amarillo, su cabello también estaba arreglado, un moño caído simple y un ornamento de rosas en la parte de atrás de su cabeza.
Aprecio las flores, rosas rojas, rosadas y blancas, habían un par de azules que le interesaban, las flores azules no crecen naturalmente así que eran raras de ver como si hubieran crecido así, una belleza extraña y maravillosa.

Aprecio las flores un rato, cuando sintió una presencia atrás suyo, al voltearse se encontró con un sujeto, un hombre que nunca había visto en su vida pero que se le hacía conocido, lo raro era que su cara estaba completamente negra al igual que su traje, menos su camisa de botones blanca.

El sujeto la invitó a bailar, ella sin poder resistirse aceptó.

Un lento y elegante vals empezó a ser bailado, los movimientos del sujeto eras delicados, elegantes y precisos, se movía como si hubiera nacido para eso, solo para bailar un vals perfecto con ella, se escuchaba un violin, la fina música de un violin a la lejanía, a si mismo estática, una combinación que le calaban los huesos, las rosas rojas desprendian sus petalos y el viento se las llevaba.

Lo disfrutaba, pero se dio cuenta que estaba bailando con algo nocivo.

"Estaba bailando con la muerte."

The Perfect Formula For a WaltzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora