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Primavera, 1782

Palacio de Versalles, Francia



La noche.

Oscuridad completa, la única luz natural viene de la luna, se logran ver las hermosas estrellas, luceros y cometas.
Una vista tan hermosa, como le gustaría contemplar el cielo estrellado junto a él.

Había esperado que fuera de noche, se quedó esperando en el palacio, siguiéndolos sin que lo notarán. Se sentía mucho más cercana al duque, más de lo que ya era. Lo vio comer, lo vio hacer su trabajo, vio todo lo que hacía por el resto del día, hasta miró como la trataba a ella, a esa mujer, ¿como era posible que esa mujer abarcará tanto de su tiempo; acaso no era lo suficientemente buena para el duque? Solo ver, siquiera pensar en esa mujer la llenaba de disgusto y enojo, según logra recordar, ella es una condesa, ella es la cabeza de la casa Grandier. ¿Como podría una mujer tan importante estar metiéndose con un hombre que ya tiene dueña? Claro, ella es la dueña del amor del duque, la condesa no es nada. Pero durante todo el día podia ver que el duque miraba con un brillo excepcional los ojos de la condesa, esos ojos azules...

¿Si ella tenía esos ojos, el duque la miraría con ese brillo?

Había esperado hasta la noche, naturalmente después de seguirlos pudo ver cuáles eran las alcobas de cada uno. Curiosamente no dormían juntos, mínimo el duque sabía que no debía de compartir cama con alguien más que no fuera ella, pero las dos habitaciones estaban una al frente de la otra.

Espero a que ambos fueran a dormir, mientras solo miraba el cielo nocturno por los grandes ventanales del palacio. Muchas mucamas y mayordomos le preguntaron que si se iba a quedar, que si esperaba algo o alguien, que porque seguía vagando por los corredores, como si siguiera a alguien. Parece que era buena en seguir a su amado duque sin ser descubierta, le podría dar una gran sorpresa.

Sentía que había esperado lo suficiente ya, iba a dirigirse hacia los cuartos cuando se le ocurrió una idea. Pero era algo complicada hasta para ella. Deseaba tener ayuda en esos momentos, tal vez si eso le ayudaba, si fuera su madre... ¿Sería que ella respondería a su llamado?

...

Toco un par de veces la puerta de la habitación, una suave voz respondió "¡Un momento!", se escucharon pasos y la puerta se abrió lentamente.
La condesa miró por fuera y miró a una joven noble, no se le hacía conocida pero por su vestimenta sabía que era de la nobleza.

"¿Se le ofrece algo?" preguntó la condesa extrañada, ¿que podría ofrecerle a esta doncella a tales horas de la noche? Después de examinar un poco más el rostro frío sin emociones de la doncella que se encontraba fuera de su alcoba, la reconoció, ella era la baronesa Calisto, a la cual le habían quitado su título.

La condesa iba a volver a hablar cuando la baronesa abrió totalmente la puerta y entró bruscamente, cerrando casi de inmediato la puerta, jalando del cabello a la condesa hacia la cama.

"Solamente quiero agarrar algo de ti, me quedarán mucho mejor a mi que a ti."

...

Su madre estaba a su lado, ayudando a sujetar a la baronesa, ella podía verla, si su madre había atendido su llamado, su cuerpo marchito estaba allí ayudándola, su amada madre la ayudaría, aunque sabía que esa cosa no era su madre.

The Perfect Formula For a WaltzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora