Capitulo 12

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Me dirigí a la dirección que me indicó. Se había calmado pero sólo un poco, al contrario de su hermano que cada vez que se daba cuenta de que avanzábamos enloquecía.

Me mantuve en silencio, mi idea era que Luz estuviese cómoda a pesar de lo que estaba pasando.

No me gustaba verla así, no era la misma chica del cuartel. Aquí estaba triste y silenciosa.

Con precaución moví lentamente mi mano derecha hacia su pierna, primero disimuladamente, la toque solo con el dedo índice. Ella no se movió, señal de que podía avanzar.

Apoye mi mano completamente sobre su pierna y la acaricié despacio. Ambos estábamos mirando al frente.

Seguí avanzando con el coche hasta que de un momento a otro ella tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos. Apreté un poco para hacerle saber que estaba ahí, junto a ella. Y no la iba a dejar sola por nada en el mundo.

A unas cuadras de llegar Luz apretó mi mano, como si tuviera miedo. Me mantuve firme y mire por el retrovisor, Jano se había puesto más enojado aún. Comenzó a patear el asiento de su hermana y acelere, cuánto más rápido llegara iba a ser mejor.

Detuve el coche en la entrada de la clínica y me bajé lo más rápido que pude. Abrí la puerta que  le correspondía al chico y lo tome por el borde de su abrigo, Juan lo empujó levemente hacia adelante y lo saqué del auto de manera violenta.

-Escúchame una cosa, te quedarás aquí por tu hermana, te juro que si la sigues haciendo sufrir de esa manera volveré para romperte la cara, no es una advertencia, es una amenaza.- el camino rápidamente a mi lado, prácticamente lo arrastraba.- y yo no jodo con las amenazas, las cumplo. Así que más vale que te cures de una vez.

-Espera, detente Theo, por favor.- escuche a Luz detrás nuestro y me detuve en seco. Si quería que lo hiciera pues lo hacía.

Se acercó a nosotros y nos volteamos. Sabía que quería despedirse.

-Lo siento hermano, lo siento.- comenzó a llorar y el corazón se me rompió allí mismo.

-Me has internado aquí y todavía te has anotado al ejército sin avisarme, vaya mierda eres Luz.- ella no respondió absolutamente nada, solo lloro más fuerte.- No vuelvas por aquí, no quiero verte.

La chica se volteó y caminó hacia el coche. Iba a ir tras ella pero tenía que entregar a su hermano.

Camine rápidamente hacia la puerta principal, no quería perder más tiempo estando sin esa chica.

-Agradece que ha elegido el ejército, si fuera por ti seguiría en la calle peligrando de que le pase algo y pasando hambre. Ha elegido trabajar, no la vida fácil. Deberías estar orgulloso de ella.-lo empuje y varios enfermeros salieron del lugar- haz algo bueno por tu vida, quédate aquí.- lo mire con rabia.- ella volverá, porque tiene el corazón noble. Espero que para cuando lo haga la trates bien, porque sigue en pie mi amenaza. Por mientras.- lo entregue al personal.- yo cuidaré de ella.

-Sargento, confío en usted.

Sonrió levemente y camino sin hacer nada idiota hacia adentro. Trate de regular la respiración, todo esto me había puesto tenso. Al parecer se había dado cuenta de que la había cagado totalmente.

Camine hacia el coche y abrí la puerta de donde estaba sentada Luz, no iba a comenzar a conducir hasta no darle un abrazo.

Ella cruzó ambos brazos alrededor de mi cuello y yo apreté su torso. Ambos lo necesitábamos.

En ese momento entendí lo que sucedería si me pasaba algo en combate, Luz iba a sufrir muchísimo y ya era tarde para evitarlo.

-Va a estar bien y tu también.- dije después de separarnos levemente. Moví un mechón de pelo que se había entrometido entre nosotros y me dedico una pequeña sonrisa.

Me separé de ella y cerré nuevamente la puerta. No me había dado cuenta de que Juan estaba fuera del coche hasta que lo vi cruzado de brazos y apoyando el cuerpo sobre el mismo.

-Ya se quien es ese alguien especial...-canturreo divertido.- lo he descubierto hace nada, ¿quieres saber quien es?- lo mire mal.- Lidia va a alucinar con esto.

-Tienes prohibido decírselo.- Rodeé el coche hasta llegar a mi puerta.- Es una recluta de mi unidad, se lo diría a mi padre y nos echarían del cuartel, Luz no se merece eso.

Juan se quedó en silencio y subió al coche.

Cuando comencé a conducir ni siquiera sabía a donde se iba. Solo recorría las calles por inercia.

-Te llevo a la fiesta.- recordé que Juan me había invitado a una y que iba a ir su novia.- nosotros pasamos de ir hoy.- Luz aun seguía muy afectada por lo que había pasado.

-Esta bien, no hay problema.

-Si quieres ir a la fiesta ve, te he estropeado todos los planes, lo siento.- dijo la chica a mi lado.- déjame en donde te quede mejor, pediré un taxi.

-Me iré contigo.- dije sin dejar de mirar hacia adelante.- si quieres.- la vi asentir con la cabeza desde el rabillo de mi ojo.

Sin absoluta vergüenza puse nuevamente mi mano en su pierna y ella volvió a hacer lo mismo que al principio, entrelazó nuestros dedos.

Nunca me había sentido tan seguro con alguien hasta ahora, Luz me daba tranquilidad.

Mire a Juan a través del retrovisor y levanto el dedo pulgar de una de sus manos. Disimule una sonrisa, él iba a molestarme mucho por esto, le había dado motivos para bromear sobre mi.

Nunca me había visto comportarme de esta manera, creo que ni siquiera me había comportado de esta forma alguna vez.

Definitivamente algo en mi había cambiado y no le tenía miedo, quería enfrentarlo porque me sentía bien.

Llegamos al lugar de la fiesta, Alicia esperaba a Juan en la entrada con una enorme sonrisa entre sus labios.

-Gracias por traerme, me voy con mi persona especial.- sonrió divertido.- suerte con la tuya.- susurro cerca de mí y también sonreí.

-Envíale saludos de nuestra parte.- dije mientras lo veía bajar del coche. 

Mire a Luz y ella me miro a mi.

-¿Soy tu alguien especial?- pregunto divertida.

-Si lo eres.- me acerqué a ella y bese sus labios.

La había extrañado.

¡La amo, Martinez!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora