Capitulo 10

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Ingresamos a la casa y pude ver sentados en el living a mi padre junto a Juan, mi mejor amigo prácticamente hermano.

-¿Que haces aquí, guapo?- hablé sorprendido. Hacía mucho que no lo veía y la verdad era que necesitábamos más tiempo juntos, él se encontraba en otro cuartel, porque si, elegimos hacer el servicio militar juntos y ya no compartíamos tantas cosas como antes.- ¿Como va el trabajo?

-No hablen de trabajo aquí.- ordenó mi madre.

-¿Como va la vida?- cambie de pregunta y Juan sonrió.

-Vamos bien, todo correcto ¿y tu?

-Todo perfecto, amigo.- me senté junto a ellos y mi madre nos observo a los tres con ternura, solía hacer eso siempre, a pesar de que ya éramos hombres.

-Iré a por mis tartas para que las degustes, hijo.

-No mucho mamá, que he almorzado hace poco y todavía sigo lleno.- ella salió del living contenta, con que no le dijera que no ya era suficiente. Mi padre se puso serio y Juan también.- ¿Que pasa?

-Están en el puesto cien, ya han llegado hasta ahí.- dijo el general.

-¿Como volvieron?

-Hay cuatro muertos, los demás todos heridos.- asentí con la cabeza comprendiendo la información.

-Los comenzaron a llamar en grupos de diez, tendrás que estar preparado, esto no pasa de cuatro días.- habló Juan y un escalofrío me recorrió el cuerpo. De repente la ansiedad por entrenar volvió a mi mente.

-Disfruta de hoy y mañana, es un consejo de soldado viejo que te estoy dando.- Sabía que mi padre no estaba conforme con todo esto, si fuera por él no iba.

-Lo haré.

-Aquí están las tartas.- ella dejo una bandeja sobre la mesa del living y volvió a observarnos a todos.- ¿Que ha pasado?

-Nada Lidia, ven aquí.- mi padre le hizo una seña para que se sentara junto a él.

-Eduard, algo ha pasado, les conozco el rostro.- ella se sentó junto a su marido y siguió mirándonos detenidamente. Con Juan tratamos de disimular lo mejor posible, pero es que mi madre era experta en descubrir cosas.

-No ha pasado nada mamá.- me limite a decir.

-¿Quieres ir a una fiesta esta noche? Nos vendría bien.- Juan cambio de tema y lo agradecí.

-Si.- dije rápidamente y sin pensármelo, necesitaba que mi madre deje de mirarme como lo hacía porque me ponía incómodo.

-Genial, no te arrepentirás.

-¿De que?- tome una porción de tarta, ella seguía con la mirada clavada en mi.

-De la fiesta.- indicó Juan.

-¿Una fiesta? Juraba que me habías invitado a cenar solamente.- dije confundido. Es que esta mujer me ponía nervioso.

-Pues si quieres nos vamos a cenar también.

-Perfecto, si vamos.- me estaba sumando a muchos eventos que quizá no tenía ganas de realizar pero es que la tensión que tenía era muy grande.

-¿Que novedades hay?- pregunto la mujer que me parió con cierta desconfianza.

-Le han asignado una unidad para que entrene.- Le contó mi padre sobre mi.- y lo lleva espectacular, hasta puedo decir que los reclutas le quieren.

-No es tan así, solo me respetan.

-¿Y sabes algo de alguna persona especial que haya en el cuartel?- insistió mi madre, el general la miro primero a ella y luego a mi.

-No Lidia, no se nada de nadie especial, Theo jamás me cuenta esas cosas, si no te las diría.

-Es por eso que no te cuento nada.- acoté.

-¿Y por que tanto misterio?- preguntó Juan.

-Él siempre ha sido así y como va la cosa veo poco probable el tener nietos en menos de dos años.- rodé los ojos.- se me está yendo la vida y mi hijo es incapaz de hacerme ese favor.- fingió tristeza.

-Como si tener hijos fuera muy fácil.- dije después de tragar.

-Ha sido fácil contigo, solo probamos una vez.

-Basta ya, mamá, por Dios.- traté de eliminar cualquier imagen turbia que recorriera mi mente.

-Bueno Lidia, a lo mejor el que te da los nietos soy yo.- dijo mi amigo y todos le miramos.

-¿Has encontrado a alguien?- pregunté y con ello me di cuenta de que hacía mucho que no hablábamos.

-Se llama Alicia y es preciosa.- dijo él con una sonrisa en el rostro.

-Y debe de tener mucha paciencia.- bromeó mi padre.

-También.-respondió mi amigo. Recordé a Luz, ella si que era preciosa. Me preguntaba que estaría haciendo, no veía las horas de verla el lunes.- La conocerás hoy en la fiesta.- me dijo y salí de mis pensamientos.- Y puedes traer a quien sea que estés recordando.- me conocía.

Mantuve el silencio mientras comía, esta tarta si que estaba buena y me concentraría en ella, no quería dar detalles de mi vida amorosa.

Las horas se me iban rápido, me sentía a gusto con ellos. Mi padre tuvo razón al hacerme venir de visita, lo necesitaba.

-Bueno, nos vamos.- avisó Juan. Mi madre se acercó a mi.

-No demores tanto en venir a visitarme hijo.- me sentí mal enseguida, no sabía si iba a volver a verla. La abrace rápidamente, extrañaría mucho a esta mujer.

-Te quiero mamá.- pronuncie con la voz temblorosa. Es que era muy fuerte todo esto.

-Nos vemos en el cuartel.- dijo mi padre que también se unió al abrazo. 

-Están muy cariñosos.- indicó mi madre.- Algo pasa.

-No pasa nada mamá, nos vamos.- dije tratando de evitar más sufrimiento. Camine hacia la puerta principal y los observé por última vez. No quería perder esto.

Juan me siguió y ambos nos subimos a mi coche. No sabía a donde iba, solo seguiría lo que mi amigo me indicaba.

-Conozco un buen restaurante.- dijo antes de darme la dirección. Conduje hacia allí con la cabeza totalmente nublada, no tenía paz, mis pensamientos lograban quitarme las ganas de todo.

-Voy a tener que estacionar a unas cuadras porque no hay lugares disponibles.- avise después de revisar todo el estacionamiento. 

Conduje el automóvil despacio, se me habían ido las ganas de comer.

-Tienes que dejar de preocuparte tanto.

-Como si eso fuera posible.- hablé irónico.

-Yo también estoy en la lista.- lo mire serio.- así que probablemente nos encontremos allí. Disfrutemos de una buena cena y tratemos de olvidarnos por un momento de esta cagada.

Bajé del coche y espere a que él lo hiciera también. Juan estaba en la lista, era el último detalle que necesitaba para joderme la noche.

¡La amo, Martinez!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora