Capitulo 18

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-¡Bajen las armas o les vuelo la cabeza!- escuche una voz conocida gritar.

-¡Estamos desarmados!- gritó el chico a mi lado.

-No tenemos ganas de joder.- dijo esta vez un hombre.- voy a disparar, no correré riesgos.- susurro pero lo escuche.

-¡Estamos desarmados! ¡Por Dios, no nos maten!- suplicó el soldado.

-¿Johnson?- pregunto aquella voz. No veía nada por el humo de la fogata.

Trate de enfocar y entonces la vi, Luz Martínez estaba parada frente a mi, viva y sana. Juan estaba a su lado y ambos estaban muy enojados.

-Cariño...-dije al borde del llanto.

-Theo...-tomó el arma con una de sus manos y corrió hacia mi. La recibí entre mis brazos en un mar de lágrimas. Ella estaba aquí, no había muerto.

-Tenemos que salir de aquí ahora, han encendido fuego y nos encontrarán.- habló Juan mientras trataba de apagarlo.

Mire a Luz, era lo único que necesitaba.

-Theo...-habló pero no pude responderle.- Mira aquí.- con una pequeña linterna iluminó mis ojos.- Theo dime cómo te sientes.- pregunto nerviosa.

-Estas aquí...-dije sin fuerzas.

-El no ha comido mucho, me ha dado casi todas sus raciones.- dijo Anderson un poco más despierto, los gritos lo habían hecho volver.

-Con razón ha dejado encender el fuego, está deshidratado, ayúdame a apagarlo Johnson.- habló Juan.

-¿Has tomado agua?- preguntó.

-Hemos perdido.- dije resignado. No podía dejar de verla.- ha terminado.

-No, no hemos perdido, seguimos en batalla.- respondió mientras sacaba una botella de agua de su mochila. Puso una de sus manos en mi barbilla y me dio agua.- bebe, te hará bien.

Mire a un costado y noté que habían apagado el fuego.

-Tenemos que irnos.- dijo Juan.

-Espera un momento.- ella quito un pequeño sobre y después de abrirlo colocó el polvo dentro de la botella. La agito y volvió a darme líquido.- quiero que lo tomes todo, te dará energía.

Estaba seria y en estado de alerta.

-¿Que ha pasado?- pregunto mi amigo mientras miraba a Anderson.

-Me han disparado bajo ataque, el sargento ha cuidado de mí todos estos días.

-Lo has hecho bien, pero es momento de irnos y te necesito.- dijo Luz frente a mi.

-Me siento mal.- dije débil.

-Lo se, te ayudaré a salir de aquí pero tienes que ayudarme tu también.- limpio mi rostro con una de sus manos y volvió a darme de esa agua.

Bebí toda la botella, si ella me necesitaba entonces estaría allí.

-Vamos a movernos, ¿Johnson tienes arma?- dijo Juan.

-No, señor. La he perdido.

Observé a Luz quitar un arma de su cintura y alcanzársela.

-Martinez, ve tú adelante, Johnson ayúdame con Anderson. Jones...-sentí como me llamaba.- ¿puedes caminar?

Asentí despacio.

-Bien, cúbreme la espalda.- volví a tomar mi arma entre mis manos y respire profundo varias veces, tenía que volver a la realidad, esto aún no había terminado.

-Vamos a salir de aquí, te lo prometo.- dijo ella llamando mi atención.

-Al norte Luz, debes estar atenta.- ordenó mi amigo.- vamos despacio.

Ella asintió y se puso adelante. Estaba preparada para todo y eso me sorprendía demasiado.

Comenzamos a caminar entre la maleza del lugar. Escuche sonidos que había dejado de oír, eran disparos. Esto no había terminado pero mi cerebro en algún momento decidió ignorar todo y pensar que si.

Pestañeé varias veces para aclarar mi vista, estaba cansado porque hacía días que no podía dormir ni siquiera quince minutos de corrido.

Luz hizo una seña para que nos detuviéramos y me prepare para disparar.

-Iré a despejar el lugar.- indicó y tuve miedo.

-Confía en ella, confía en tu recluta.- dijo mi amigo delante de mi. Trate de tranquilizarme pero me era imposible.

Mire a ambos lados para estar seguro de que no había nada. Debíamos protegernos entre sí para evitar más desastres.

-Despejado.- la escuche decir y avanzamos. 

-Cuánto más lejos del humo estemos será mejor, sigan avanzando.- gritó Juan.

La cabeza comenzó a dolerme pero no me detuve, quería que esto terminase de una vez, todo esto no era como estaba acostumbrado a que fuera. Era todo mucho más violento.

-Tomare la izquierda, la veo más segura.- aviso Martínez y todos la seguimos.

No estaba equivocado con ella cuando dije que podría ser una buena capitana, demostraba su excelencia constantemente.

Llegamos a una parte descampada, era peligrosa, podían dispararnos desde cualquier parte.

-Cruzare primero para asegurarme.- habló convencida la soldado. 

-No serás la carnada.- dije rápidamente. No quería que le dispararan.- iré yo.

-Es buena para correr, me lo ha demostrado en estos días, déjala hacerlo. No es la primera vez. Tu estás deshidratado, no podrás correr ni tres metros antes de desmayarte.

-¿La has utilizado de carnada todo este tiempo?- pregunte enojado.

-Confía en ella, puede hacerlo a la perfección.- mire mal a mi amigo y me quede en silencio.

Ella estiro sus músculos y recordé la primera vez que la vi hacer eso, en aquellos momentos Luz era mi recluta rebelde y ahora, era la recluta más valiente que había visto.

Corrió con el arma entre sus manos, miraba a todos los lugares posibles por donde podrían dispararle. Era tan veloz que si no sabías que iba corriendo, entonces no la verías fácilmente.

Al llegar al otro lado del campo respiro y descanso solo durante unos segundos. Cuando levanto el pulgar para indicar que todo estaba bien entonces pude tranquilizarme.

Comenzamos a caminar hacia allí al mismo ritmo que antes, no le quitaba la mirada de encima. Aún no estábamos a salvo. 

En un momento nos hizo una seña para que nos detuviéramos, estábamos al medio y no podíamos volver.

La vi indicar que escuchaba algo y señaló que iba a ir a investigar. Camine hacia adelante sin prestarle atención a más nada, iba a ir con ella.

Alguien me tomó del uniforme y tiro de mi hacia atrás. 

-No lo hagas. Tírate al suelo hasta que vuelva.- dijo Juan y la observé por última vez hasta que desapareció entre la maleza, entonces me puse cuerpo a tierra como los demás.

Tenía los nervios a flor de piel, estaba permitiendo demasiado que ella se pusiera en peligro.

¡La amo, Martinez!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora