Al cerrar la dulcería, Yoongi de inmediato se encaminó hacia el centro del pueblo, claro está que no quería hacer notar lo ansioso que estaba de ver de nueva cuenta a Seokjin. Quizás, sólo quería continuar con lo que empezó aquel día en la dulcería.
Dios, se sentía como un estúpido. Un tipo tan experimentado como Seokjin, ¿por qué querría a alguien como Yoongi?, se preguntaba el ya mencionado.
Mientras miles de cosas pasaban por su cabeza, el pintor estaba ahí, sentado tranquilamente en aquella banca del centro del pueblo con su libreta de dibujos a mano con una concentración admirable, pues, el pueblo acostumbraba a tener un ruido alto debido a los vehículos, niños y personas adultas que rondaban día tras día.
Quiso suspirar al verlo tan calmado, pero, ¿eso sería un poco raro?, se preguntaba. Y no, no es que le gustara Seokjin, solo era un tipo misterioso y malditamente atractivo que llamaba mucho su atención, y estaba apunto de tener un acoston con aquel tipo.
Dios lo viera.
-Seokjin.- llamaba una vez que llegaba a aquella banca y se sentaba junto a el.
Los ojos inexpresivos del pintor se dirigen a los gatunos de Yoongi, como si estuviera analizándolo de alguna u otra manera.
Y joder que lo hacia removerse, solo un poco.
-oh, Yoongi. Si llegaste.- murmuraba lo ultimo con un leve rubor en sus mejillas, viéndolo fijamente de arriba a abajo.
Yoongi sonríe.
-Claro que no te iba a dejar plantado, mejor dime el porqué me necesitabas aquí, ¿ocurrió algo con tu inspiración?, ¿puedo ayudarte?- consultaba comprensivo, a pesar que no conocía a fondo al pintor.
Seokjin cierra su libreta.
-No necesariamente tiene que pasar algo para querer ver tu precioso rostro, Yoongi.- dicho esto, el pintor se acerca más al cuerpo de Yoongi logrando poner una mano en su mejilla y otra en su muslo.
Yoongi se puso regido.
-Aunque tienes, en parte, razón. Te llamé para una ocasión especial.- decía cerca, muy cerca, de su boca.
Yoongi trata de controlar su respiración un momento, traga duro al segundo.
Jodido Dios.
-b-bien, entonces dime...-
Seokjin sonríe, sin mostrar dientes.
-para empezar, esta mañana te ves radiante, ¿puedo?- preguntaba dirigiendo su mirada hacia los bonitos labios del menor.
Maldición, ¿cómo se le ocurre preguntar algo así?, lo odio, lo odio, lo odio.
-si.-
Sólo un poco.
Sin esperar un segundo más, Seokjin presiona su boca con la contraria dándolo todo de sí.
Yoongi gimió al principio, y es que cómo no, el pintor ni siquiera lo dejó acostumbrarse y ya estaba comiendole, no, devorando su boca.
Es que era un jodido animal, pero le encantaba disgustar aquella pecaminosa y carnosa boca del pintor.
Sin deseos de separarse, Yoongi lo acercó aún más a su cuerpo poniendo sus temblorosas manos en esos hombros de infarto y poder así empujarlo.
La lengua de Seokjin hacia aparición haciendo que Yoongi jadeara a gusto.
Pero también hizo que se separaran.
-Seokjin, p-paremos, ¿si?- totalmente rojo, muy avergonzado y hasta ansioso se encontraba Yoongi luego de haberse alejado un poco. Dios, sus mejillas estaban ardiendo.
El mencionado lo veía con curiosidad. Pero cierto brillo apareció en sus ojos.
-Dios..., eres tan hermoso.- decía sin querer el pintor, admirando el rostro rojo de Yoongi quien tenía la respiración entre cortada. -no sé si podré contenerme por mucho tiempo, necesito una afirmación tuya.- murmuraba acariciando su mejilla.
Yoongi no tenía palabras, ¿quería una repuesta concreta?, maldición. No podía dársela, no ahora.
El pintor lo ponía tan nervioso.
-y-yo...-
-¿Seokjin oppa?- habló una tercera voz.
Los dos voltearon y vieron a una preciosa chica que vestía unos pantalones de tela anchos y una camisa blanca. Se veía tan elegante.
Pelo negro como el carbón, largo y ondulado, delgada pero definida. Su rostro pálido lo adornaba unos ojos de aceituna junto con labios regordetes.
Le recordaba a...
-Jisoo, bienvenida- saludaba Seokjin levantándose de la banca.
¡Es la chica de la pintura de Seokjin!
ESTÁS LEYENDO
ʙᴇᴀᴜᴛɪғᴜʟ || ʲⁱⁿˢᵘ 🎨
Fanfiction•.¸♡ A Seokjin le fascina el arte del sexo, el poder unirse a un cuerpo hermoso para tenerlo en su mente y pintarlo en uno de sus cuadros. Es difícil encontrar a alguien que estuviese en uno de esos cuadros, nadie era perfecto para tan importante ar...