Ida

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Me quedé paralizada frente a la ventana. ¿En serio se me acaban de revolver las tripas? ¿O es que estoy a punto de sacar el corazón por la boca? Las manos empezaron a sudarme ¡Carajo!

Eve, a ver, tienes que calmarte.

¿Por qué te pones tan nerviosa si él no tiene nada que ver contigo?

Tiago se removió en la cama, volteé enseguida para verlo. Sostenía su celular justo sobre su oreja, contestando una llamada. Mi mente voló unos instantes y se dedicó a comerlo con la mirada por la cómoda y tan elegante forma en la que estaba acostado.

- ¿Qué pasa? - Preguntó con voz áspera. Esperó unos segundos, torció los ojos y colgó.

A pesar de ser tan linda persona, nada le quitaba a Tiago que era un artista y cineasta famoso, así que a veces tenía sus ataques de ser una estrella quisquillosa y engreída.

Entonces mi celular vibró, mostrándome como emisora a Heather, su muy querida asistente personal.

- ¿Hola?

- Dile a Santiago que no sea un idiota. - Como dije, la muy querida, Heather.

- ¿Le estabas llamando?

- Si, y no me contesta. - Resopló. - Dile que si no está aquí en una hora va a perder el vuelo, tiene una reunión esta noche en California ¡Si se la llega a perder lo voy a matar! Hemos trabajado mucho por esto.

- Si, lo entiendo. Yo me encargo.

- Apresúrate. - Colgó.

Hice una mueca. Odiaba que Heather me tratara de esa manera, pero precisamente esa personalidad fría y calculadora era la que necesitaba Tiago para que empezara a comportarse como la persona brillante y responsable que realmente era... Algo así como su madre.

- Tiago. - Lo llamé.

- No me quiero levantar. - Se dio la vuelta.

- Heather dice que tienes muchos compromisos hoy. - Me crucé de brazos. - Y ya es muy tarde, dijo que tienes una hora para llegar.

- Pero quiero quedarme aquí contigo.

- Tiago, por favor. - Se incorporó y se sentó al borde de la cama.

- Evangeline, me encanta estar cerca de ti. - Agachó la mirada. - Y este es un proyecto muy grande, si, pero también es muy largo. - Me miró. - No quiero pasar tanto tiempo lejos de ti, guapita. - Me tomó ambas manos entre las suyas.

- Pero estaremos en contacto siempre. - Le acaricié la mejilla.

- Sabes a lo que me refiero. - Se soltó el cabello y se lo despeinó. 

¡Dios mío! El tipo si que estaba bueno.

Me mordí el labio.

Aunque al conocerlo lo detesté de inmediato, podía reconocer que era el hombre más guapo que había visto en mi vida. Lo malo es que actuaba como un ególatra idiota y yo lo puse en su lugar.

Como a Ayden. - Dijo una voz en mi cabeza y yo sonreí.

Aunque, bueno, Tiago tenía razones para creerse mucho. En todo el tiempo que le conocí, jamás vi a una mujer que no se pusiera nerviosa estando cerca de él, que no buscara que la mirara o se sonrojara si él empezaba a hablar.

Y es que su cabello un tanto largo y rubio cenizo se veía tan desenfadado como lo era él. Sus ojos profundos y verdes que sabían como mirarte para que te derritieras al mínimo atisbo de contacto visual, además de su esbelta y musculosa figura y rostro perfecto con facciones varoniles marcadas, pareciera casi como si estuviera esculpido a mano. 

La Mujer del Destino [Andy Biersack y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora