Andy

67 7 2
                                    

Colgué la llamada. Maldita sea ¡No puede ser posible! Sólo con su maldito nombre me pongo nerviosa. 

¡¿Qué carajos pasa contigo, Eve?!

Él no se rindió, volvió a llamar dos veces más. Me tapé el rostro con ambas manos.

No puedo seguir así...

Contesté.

- Nena.

- Que persistente eres. - Le acusé.

- Lo sé. Gracias.

- No era un halago. - Rio.

- Olvidaba que te gusta ser ruda conmigo. - Suspiró. - ¿Qué tal si salimos?

- ¿Salimos?

- Si. Vamos por ahí a caminar o a ver una película. - Silencio. - O a dónde sea, ya decidiremos.

- No lo sé, estoy algo ocupada. - O más bien, preocupada.

- Cancélalo. - Suspiré.

No puedo creer que realmente esté considerando ir. Negué con la cabeza mientras sonreía. Sinceramente, me da algo de miedo salir de nuevo con él debido a mi falta de voluntad de la otra noche, pero es que necesito distraerme. Quiero salir de estas cuatro paredes.

- Di que sí. - Suspiré.

Sé muy bien que me voy a arrepentir de esto.

- Está bien.

- ¿Qué?

- Que está bien. - Repetí, impaciente.

- ¿Lo dices en serio? - Se oía feliz, lo que me hizo sonreír.

- Si, en serio, ¿Dónde nos vemos? - Pasé mis dedos por encima de mi frente y los enredé en mi cabello.

- ¿No quieres que vaya a recogerte? - Suspiré y me coloqué una mano en la frente.

- Seguro, ven a verme.

- Eso sonó encantador. - Nervios.

- Sólo ven. - Le ignoré. - Estaré lista en quince minutos. 

- Que autoritaria. - Se burló. - Muy bien, ahora salgo para allá. - Se oía asquerosamente feliz. - Ahora salgo para allá, de seguro estarás preciosa. - Dijo con la voz ronca que le caracterizaba y que me hacía perder los estribos por sólo unos breves instantes.

- Vale. - Ya que había olvidado como hablar, decidí colgarle, así no se daría cuenta.

¡Ok! ¡Si! ¡Ya! Es obvio que me pone nerviosa, pero no me gusta que me ponga nerviosa. Me mordí el labio.

Maldita sea...

¿Y ahora qué rayos voy a usar?

Subí corriendo a mi habitación y empecé a buscar en el armario.

¡Carajo! ¿Por qué tiene que ser tan difícil? Debería ser sencillo, sólo voy a salir a quién sabe dónde con el chico que me pone nerviosa y no deja de insinuarse. Cerré los ojos, frustrada.

Vale, fue muy tonto de mi parte pensar en eso.

Al final me decidí por una camiseta de los Rolling Stones de color negro con detalles metálicos en los hombros, un pantalón de bastas anchas del mismo color que se ciñe mucho en la cintura, lo que remarca mis curvas y me hace ver un cuerpo de infarto. Conseguir una silueta de reloj de arena nunca está de más. Escogí unas botas militares y mi chaqueta clásica de cuero.

Me senté frente al espejo y empecé a maquillarme, no hice nada muy complicado. Tengo una piel bastante bonita y sana así que sólo apliqué algo de corrector y polvo translúcido para sellarlo, sombra café para crear profundidad en mis ojos y mucho delineador negro y rímel, no me pintaría los labios, pero si me puse un poco de bálsamo con color, que les daba una suave, pero coqueta coloración rojiza. Mi cabello lo dejé suelto.

La Mujer del Destino [Andy Biersack y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora