¿Cita?

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Andy conduce demasiado rápido, aunque es muy ágil. Se metió entre los autos maniobrando y haciendo curvas perfectas, todo sin detenerse. Al principio casi se me sale el corazón, ahora creo que es muy divertido.

Llegamos a un semáforo en rojo. 

- ¿Todo bien? - Asentí enérgicamente.

- ¿Dónde aprendiste a conducir así? - Me miró extrañado y se le formó una sonrisa en el rostro.

- ¿No estás asustada? - Levantó una ceja y yo negué con la cabeza.

- Muy sorprendida, si. Asustada, no. - Sonrió. - ¿Me respondes?

- Te lo diré luego. - El semáforo iba a cambiar. - ¿Lista? - Volví a abrazarlo y asentí.

Aceleró y el viento volvió a darme en la cara ¡Me encanta! Es ciertamente liberador, mi cabello vuela, al igual que mi ropa.

Aquí, en este preciso instante, subida en su motocicleta, se sentía como si nunca hubiera tenido preocupación alguna.

Quisiera quedarme así para siempre. Con su perfume invadiendo mi olfato y la adrenalina llenándome las venas.

Dentro de poco llegamos al centro de la ciudad, parte que yo aún no conocía. Andy empezó a conducir más lento.

- Mira, por aquí está el parque histórico y siempre se llena en las noches.

- ¿Por qué? 

- Pues hay muchas razones, es un parque grande y siempre hay arte callejero, o concursos de alguna cosa, pero lo mejor de todo es la zona de FoodTrucks.

- ¿Zona de FoodTrucks? 

- Así es. - Llegamos a un estacionamiento, Andy apagó su motocicleta y me ayudó a bajar. - Sólo que debemos caminar porque siempre está lleno de gente y no puedo entrar allí con ella. - Acarició el asiento de su motocicleta.

- Entiendo. - Sonreí.

Empezamos a caminar, Andy tenía razón, había demasiada gente, como si hubiera algún evento importante. Llegamos a la famosa zona luego de evitar chocar con la gran cantidad de personas que venían en sentido contrario.

¡Dios! Hay tantos puestos y tanta variedad, huele delicioso.

- ¿Ya sabes qué quieres comer?

- Todo. - Solté sin pensar y él empezó a reír. - Es que huele bien. - Sonreí. - Todo se ve delicioso.

- Podemos comprar varias cosas si quieres.

- ¿Tú que me recomiendas?

- A mi.

- Tú no eres comestible. - Entorné los ojos, se encogió de hombros.

- Que pena.

- ¿Qué pena? - Dije, divertida.

- Que pena que desperdicies oportunidades. - Me reí, empujándolo levemente con el hombro.

- Ya sé, creo que esto te gustará mucho. - Me tomó de la mano para que lo siguiera y caminamos hasta uno de los FoodTrucks. Él empezó a pedir la orden.

- ... Si, el de dos pisos está bien. - Me volteé a verlo, ¿Dos pisos, qué?

- Listo, por allá te entregamos la orden. - Señaló al lado izquierdo de la ventanilla.

- Gracias. - Respondió, Andy.

- ¿Qué pediste?

- Algo que te va a encantar. - Sonrió. - Estoy pensando en que más podemos comprar. - Empezó a ver a todos lados. - ¡Ya sé!

La Mujer del Destino [Andy Biersack y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora