Capítulo 11

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En la cama con sábanas blancas había una hermosa charola de plata con un plato blanco que contenía deliciosas galletas de mantequilla, había al menos 10 delicias turcas en la charola

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En la cama con sábanas blancas había una hermosa charola de plata con un plato blanco que contenía deliciosas galletas de mantequilla, había al menos 10 delicias turcas en la charola. Los chicos tenían sus botellas de agua, por lo que al momento no tenían otra bebida. James tenía su cuaderno en las piernas, prestando suma atención a Helmut, quien, como era ya habitual, se encontraba leyendo, ahora iban por el doceavo capítulo. Barnes, más que escucharlo, también lo análisiba de pies a cabeza. Vestía pulcramente un suéter azul pastel, en la parte inferior llevaba unos Jeans blancos, y sus pies eran cubiertos por unos Converse tipo bota negros. James prestaba atención a los pequeños detalles, como a aquel detalle de Helmut de mover ligeramente la mano mientras leía, como actuando lo que decía. Su ceño fruncido prestando atención a las letras del libro que sostenía sólo con una mano a cierto punto era hipnotizante. 

—Bien, terminamos el capítulo. Ya tenemos más información ¿quieres qué lea uno más, James?—levantó su vista del libro.

Mientras leía, podía sentir con claridad la mirada de hielo sobre él, pero aún así, cuando levantó la mirada, los ojos azules fijos en él lo hicieron sentir nervioso.

—Tu eres el que está leyendo, a mi me da igual—movía el lápiz en sus dedos como si de una baqueta se tratara.

—¡estoy en casa, flor de cerezo!—la voz femenina de su madre se escuchó desde la primera planta.

—¡Ya escuche, mamá!—contestó a su madre, quien había salido a hacer algunas compras.

Helmut giró su cabeza de nuevo a James, quien inconfundiblemente se estaba riendo, mientras estaba estirado en el puff.

—¿de qué te ríes? Cuéntame el chiste—lo miró con el ceño un poco fruncido. Zemo tenía la certeza de saber de qué se reía.

—Oh, no me rió de ningún chiste...flor de Cerezo—comenzó a reírse de nueva cuenta.

—Ja-Ja, ¿qué hay de malo? ¿Tu mamá no tiene un apodo dulce para ti?—alejo el libro de sus manos, pero antes puso el separador.

James se sentó erguido y su expresión de risa ya no estaba, ahora era sustituida por un rostro serio y tal vez, algo triste. Tomó su mochila y comenzó a guardar sus cosas. Helmut se sintió verdaderamente tonto por haber hecho aquella pregunta, pues fue evidente el cambio de ánimo de James. Mientras James guardaba su cuaderno, su teléfono vibró, pues le acaba de llegar una notificación de un mensaje de su hermano Steve. Lo abrió y leyó. La expresión de James cambió drásticamente de nueva cuenta. Había una enorme sonrisa pintada en su rostro mientras leía aquel mensaje. La duda apareció en Helmut al ver tan bonita sonrisa en la cara de James, así que pregunto.

—¿por qué tan feliz?—le dedicó una sutil sonrisa.

James levantó su mirada, pero la sonrisa jamás dejó de estirarse. Zemo observó una felicidad radiante en esos preciosos ojos azules.

DISSOLVE [WinterBaron]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora