"SINDOOR": Guiados por el corazón

CAPITULO 11: "La sangre en nuestras venas; la espada traicionera"

Dentro de la mansión Jiang las interminables telas rojas decoraban columnas, techos y entradas de la mansión haciendo alarde del evento a realizarse, las velas tintineaban ante el aire de la noche y la luna intentaba alzarse sobre sus cabezas con rapidez. Los Wen rodeaban la mansión Jiang, llevaban armas en sus manos y cuchillos en sus cinturones. En el patio principal que ostentaba una hermosa fuente cuadrada llena de flores de loto y muebles rojos con bordes dorados para los invitados donde se encontraba sentado el hijo menor de la familia Wen.

-¿Y bien? -demando Wen Chao, burlón- ¿Dónde está mi futura concubina?

Madam Yu rechino los dientes ante el atrevimiento del despreciable bastardo con aires de rey. Ella solo dejo que el hombre continuara con su ruin actuación.

-Ha ocurrido un retraso en la preparación del novio, por esta falta mi clan se disculpa. Por favor, siéntase libre de disfrutar el espectáculo que preparamos para usted- sus manos dieron bienvenida a la entrada de diversas mujeres con velos y saris de color blanco que se alinearon en orden delante de Wen Chao, quién rio a gusto con una sonrisa pervertida.

La música empezó a sonar desde todos lados de forma sensual y lenta acompañando el movimiento de caderas de las bailarinas, atrapando la atención de guardias e invitados. Wen Chao, sobre todo, abrió sus ojos fuera de sus cuencas cuando la figura esbelta y delgada de Wei Wuxian salió de uno de los biombos con tan solo un pequeño choli blanco cubriendo su pecho y una falda con la cual se podía ver el interior de su muslo, su cuerpo apenas cubierto estaba decorado con diversas joyas en colores negros y dorados, entre tobilleras, pulseras, un brazalete con diseños intrincados de nubes enganchado a su brazo y una gargantilla de piedras negras y blancas que brillaban a la luz de la noche.

Uno de los botones delanteros de su choli fue ajustado en un movimiento provocativo a vista y paciencia de Wen Chao que no se perdió ningún movimiento del chico frente suyo. Como si fuera un juego totalmente divertido Wuxian movió sus caderas y tocó su pecho en un estilo vibrante, guiñando los ojos a quienes lo miraban atentamente, subiendo la tela que tapaba su pierna para descubrir más piel, después corrió hacia el otro extremo del cuarto en vueltas rápidas y consecutivas.

Sus brazos se alzan y escogen al bailar pero las ondas de su cuerpo siguen moviendo su vientre descubierto y sus pasos apresurados levantan su falda abierta. Las bailarinas lo acompañan con cada vuelta y salto, Wei Ying se acerca hacia el asiento de Wen Chao y sentándose en el piso con su quijada sobre una de las piernas del hombre hace pucheros y mueve su pecho de adentro hacia fuera retorciéndose al hacer una caricia desde su cuello hasta su vientre.

Cuando Wen Chao intenta tocarlo, él salta fuera de su alcance, volviendo al centro de la pista, bailando de forma perfecta con movimientos bien coreografiados para la belleza del espectador. Corre hacia un lado, donde se encuentra el camino que hace el agua hacia la fuente, mete su pie y salpica el lugar con agua de forma juguetona.

Sonríe a la audiencia, su piel suda, haciendo brillar las gotas de sudor que corren a través de sus piernas y vientre descubierto sumando un punto más de placer visual a sus invitados. La perforación de su ombligo es provocadora. El largo cabello atado en una coleta alta se desata siendo sujetado por una pequeña diadema plateada, dejando que su cabello corra con la fuerza de sus vueltas y posturas complicadas en su baile.

La verdad es que Wei Wuxian no quería exponerse tan abiertamente al bastardo de Wen Chao, pero la situación lo ameritaba completamente, si no surtía como distracción suficiente para este malnacido lujurioso, no sabía que haría para retenerlo unos pocos minutos más.

A pesar de la tardanza de su cuñado y hermano se instó a no perder la fe de que volverían. O eso esperaba. El plan era simple, pero siempre podría haber imprevistos. De todas maneras había dagas y espadas bien posicionadas por si acaso todo se salía de control. Por lo menos la ropa que utilizaba mantenía los ojos y la atención de Wen Chao bien ocupadas. Mala suerte para su amado Lan Zhan.