SEUNGKWAN

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Normalmente evitaba este lugar como a una plaga. Olía a muerte.

Esa era la única forma que podía explicarlo. El olor a sangre, sudor y animal muerto estaba impregnado en cada centímetro de este infierno subterráneo
haciendo casi imposible respirar en el espeso y estancado aire.

Enderezando mis hombros, caminé por la sala de entrenamiento del Calabozo, obligándome a asentir educadamente hacia los nuevos entrenadores de luchadores y patrocinadores llenando cada centímetro de espacio.

Bueno, he dicho "luchadores". La mayoría de ellos eran violadores, criminales, y generalmente solo jodidos enfermos mentales utilizados por varios mafiosos y delincuentes profesionales para hacer dinero rápido. Nadie los iba a extrañar si murieran en el cuadrilátero. De hecho, sería una bendición para la sociedad, en mi opinión.

No me molestaba mi trabajo. Era bueno en ello. Era el reclutador patrocinador del Calabozo. Mi deber era asegurar a los patrocinadores, organizar las colectas de las deudas de apuestas y encontrar solo los mejores luchadores para nuestra empresa. Y nunca fallaba en traer a los mejores luchadores, temporada tras temporada. Esto no significaba que el
aspecto de estos hombres no hacía que mi piel se pusiera de gallina. Generalmente trabajaba desde casa, gracias a Dios. Estar en este sitio de muerte día tras día me volvería loco. No tenía ni idea de cómo lo había hecho Wonwoo. Suspiré con alivio porque finalmente tendría un descanso.

Iba a dejar Brooklyn por los siguientes pares de meses. Estaba utilizando mis muchos días atrasados de vacaciones para simplemente dejar de lado esta
vida por un corto descanso.

Después de todo lo que pasó a lo largo del año pasado necesitaba un respiro.

Necesitaba solamente no ser Seungkwan Tolstaia por un rato, el maravilloso hijo de Haneul Tolstoi.

Necesitaba ser alguien nuevo. Solo tenía la esperanza que mi padre no fuera a enloquecer cuando le dijera que me iría.

Dirigiéndome hacia el despacho de Wonwoo, entré, cerrando la puerta detrás de mí. Wonwoo
estaba sentado detrás de su escritorio tecleando en su ordenador.

-Hola, Wonwoo -dije y me moví para sentarme en la silla frente a el.

Wonwoo levanto su cabeza de su trabajo y frunció el ceño.

-¿Estás bien? Luces algo verde -comenté, viendo a Wonwoo pasar su mano por su sudada cabeza.

Movió la mano delante de su cara.

-Estoy bien, Kwan. Solo siento me estoy enfermando de algo.

-¿Estás seguro? Parece que has estado así un rato -cuestioné.

Wonwoo me dirigió su habitual sonrisa brillante.
-Sí, sinceramente.

Levantándome de mi silla, tomé el registro de nuevos luchadores y sus patrocinadores para el cuadrilátero del Calabozo y los dejé en su escritorio.

-Aquí tienes toda la información que necesitas mientras esté fuera. Si necesitas algo
más, solo estaré a una llamada o un correo electrónico.

Wonwoo tomo la carpeta y la colocó en un archivador antes de dejarse caer en su silla.

-Gracias, Kwan. -Sus ojos cayeron en la mesa, luego me miró otra vez-. Desearía
que no te fueras. Sé que solo vas a estar un par de semanas, y Dios sabe que te mereces el
descanso pero odio pensar en no verte todos los días. Será raro.

¿TÚ ERES PARA MÍ ? - VERKWANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora