MINGYU

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Brooklyn, New York.
Una semana después.

De verdad vas a hacer esto?

Me volví para enfrentar a mi padre mientras me quedaba en el centro de mi sala de estar.

—Voy a ir —respondí fríamente. Mi padre se sentó lentamente en el sillón.

No lo había visto desde aquel día en el gimnasio cuando me vio entrenando. Cuando volví de los Hamptons la semana pasada, se encontraba de viaje de negocios. Esta tarde, lo había encontrado esperando en mi puerta. Estaba aquí para discutir el plan de esta noche para eliminar a Levan Jakhua. Finalmente, obtuvimos una pista de dónde se escondía el bastardo georgiano. Había conseguido el permiso para esto del Pakhan en la ausencia de mi padre.

Parecía que estaba aquí para escucharlo en persona.

Enfocándome en el aquí y ahora, lo observé cruzar las piernas, reflejando el comportamiento tranquilo que siempre tenía, cuando sus ojos cayeron sobre mí.

—¿Y vas a matarlo? ¿Tú?

Mi mandíbula se apretó mientras anticipaba la discusión que iba a venir. Caminé hasta mi padre y me senté frente a él.

—Mis byki irán a donde se está escondiendo. Te prometí que no lucharía y no lo haré. Traerán a Jakhua ante mí. —Miré a mi padre—. Entonces, cortaré su maldita garganta.

La mano de mi padre frotó su corta barba canosa, y asintió.

—¿Y Wonwoo sabe que harás esto?

—Entiende lo que tengo que hacer para vengar a Hansol —respondí vagamente. Asintió otra vez.

Nos sentamos en silencio hasta que pregunté:

—¿Papá? ¿Por qué no quieres que pelee?

La mano de mi padre se detuvo en su rostro, sus ojos marrones miraron los míos.

—Mingyu, nunca entenderás esto hasta que tengas hijos, pero el día que te alejaron de mí —palmeó su pecho—, algo en mí murió.

Se formó un hueco en mi estómago. Mi padre raramente mostraba emociones. Desde que había vuelto a Brooklyn después de ser liberado del gulag, no había sabido cómo tratarme. Supongo que era porque ya no me conocía. Lo había dejado como un niño y volví como un hombre roto. Catorce años de crianza se habían perdido. Realmente nunca lo había pensado de ese modo antes. Quizás estaba tan perdido como yo.

Se adelantó en su asiento.

—Cuando Wonwoo me dijo que habías vuelto, cuando de pie en nuestro palco privado del Dungeon me dijo que mi hijo, mi hijo perdido, era el hombre asesinando a Junhui Durov en la jaula, no podía creerlo. —Sus ojos se desenfocaron—. Eras salvaje, feroz, pero altamente efectivo. Destrozaste a Junhui Durov. Destrozaste a cualquiera que se pusiera en tu camino. Eras imparable, el asesino más efectivo que hubiera visto, bueno, además de Junhui.

Me tensé con la mención de Junhui Durov, pero la expresión de mi padre se suavizó. Estaba mirando a mi verdadero padre.

No al jefe Bratva, sino a Ivan Tolstoi, mi padre.

—Observé a ese chico volverse loco lentamente, Mingyu. Lo vi pasar frente a mis ojos. Con cada asesinato, ansiaba la sangre, la sed de ésta tomó lentamente el control. ¿Y todas las cosas jodidas que hacía en privado? No tenía ni idea. Pero ese chico vivía para matar. Buscaba a nuestros enemigos y los torturaba. Los mataba del modo más sádico imaginable. —Suspiró. Pensé que lucía cansado—. Podemos matar en esta vida, Mingyu, pero no somos bestias. Nos adherimos a un código, incluso cuando se trata de la muerte de nuestros rivales.

¿TÚ ERES PARA MÍ ? - VERKWANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora