Capítulo 18: El viaje interior

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Por la escalera descendía una mujer cuya belleza sólo era comparable con la maldad que emanaba de ella. Sus dedos, pálidos como el mármol, acariciaban la madera del pasamanos con suavidad, mientras sus pies se posaban sobre los escalones con tanto cuidado que parecía que flotaba sobre éstos. El cabello, negro como el ébano, estaba recogido en la nuca, mientras una corona de cristales irisados decoraba su cabeza. Sus ojos, de un brillante color ambarino, estaban posados sobre el hechicero, quien apretaba los puños para intentar controlar la necesidad instintiva de acabar con ella en ese mismo instante.

—¡Qué afortunada soy! —dijo con una sonrisa maliciosa. —Vengo a conseguir la Dévola y me encuentro con el último Urandero frente a mí. Hoy Mataré dos pájaros de un tiro.

—Glynn... —gruñó Eirian.  

Aquella bruja era la última persona que había esperado ver en el interior de Emma y por un momento se sorprendió de que estuviera usando la magia de Shiza, sin embargo todo cobraba sentido al recordar que Indra, esa arpía traidora, estaba involucrada. Al ponerse en pie para enfrentarse a ella, Emma lo agarró del brazo.

—No vayas... Es muy poderosa —suplicó. Su expresión era de puro terror y Eirian se preguntó a qué clase de tormentos debía haberla sometido antes de que él llegara para asustarla tanto.

Sin embargo, el hechicero era perfectamente consciente de sus limitaciones y sabía que todavía no estaba a la altura de la reina, pero también sabía que aquella era una oportunidad que no podía desperdiciar, pues, en aquel lugar, el espacio interior de Emma, se podía limitar el poder de la reina. La cuestión era si la muchacha sería capaz de hacerlo.

—Emma, escúchame —susurró Eirian sin perder de vista a su enemiga. —Todo esto no es real, ¿de acuerdo? No es más que un sueño y tú puedes controlar lo que ocurre.

—Es inútil —se rio Glynn. —En estos momentos esa niña no es más que una marioneta en mis manos. He conseguido someter la conciencia de la portadora y, aunque se diera el caso de que ella supiera cómo controlar su propio espacio interior, es demasiado tarde. Está completamente a mi merced. 

Eirian miró a la asustada muchacha, que se había aferrado a su brazo y lo agarraba con tanta fuerza que las manos le temblaban. Para su pesar, la reina tenía razón. Emma estaba en un estado casi catatónico y apenas respondía a lo que le decía. Pero no podía permitir que Glynn obtuviera la Dévola. No cuando él la había encontrado primero. Y haría lo que estuviera en su mano para detenerla.

—¿Acaso le tienes miedo? —la provocó Eirian. —No es más que una niña inexperta y asustada. ¿Por qué tomas tantas medidas de precaución?

—Sé perfectamente lo que es, Urandero. —La expresión de Glynn se endureció, pero en seguida recuperó la sonrisa. —Merece todas y cada una de mis medidas de precaución.

El hechicero lanzó una mirada de soslayo a Emma y frunció el ceño. ¿Esa joven merecía ser reconocida por alguien como Glynn? ¿Entonces no se trataba únicamente de la Dévola? Eso no hacía más que acrecentar sus sospechas. No. No podía ser sólo una portadora. ¿Qué misterio envolvía a la muchacha?

—En ese caso, ella merece todas y cada una de mis medidas de defensa —dijo Eirian. 

En una milésima de segundo creó un dardo de luz con su magia y lo lanzó directo al corazón de la reina, pero ésta lo detuvo con un ademán de su mano y se desvaneció.

—Mi turno —sonrió con malicia, —Y créeme, voy a disfrutarlo mucho.

Alzó ambas manos en el aire y empezó a concentrar una energía oscura. Eirian se estremeció al reconocerlo, pues fue el ataque que utilizó para arrasar a su pueblo. ¿De verdad era necesario un ataque tan poderoso? La energía que se concentraba sobre Glynn estaba levantando un fuerte viento y las puertas y las ventanas de la casa fueron arrancadas de sus marcos. Las paredes se movían de un lado a otro y empezaron a hacerse añicos.

Emma y las Crónicas de KohDonde viven las historias. Descúbrelo ahora