Capítulo 17: Jutin

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Emma miraba sorprendida al hombre parado frente a ella. No sabía muy bien qué decir. Su boca se abría y se cerraba indecisa, como un pez en busca de agua. ¿Qué había pasado con su gato?

—Supongo que si no es necesario, podemos prescindir de la magia de Shiza —dijo haciendo un ademán con las manos.

Un pequeño destello salió de la punta de sus dedos y dio un par de vueltas alrededor de Emma. Sintió un gran alivio, como si le quitaran un peso de encima y, de repente, todas las conexiones cerebrales empezaron a funcionar con normalidad. Se quedó desorientada, mientras intentaba ordenar todos los hechos que había vivido en las últimas horas, todos difusos e inconexos.

—Y bien, Emma... ¿No te alegras de verme por fin? —preguntó sonriente. 

Emma, sin terminar de entender, se pasó ambas manos por la cara, como si de algún modo pudiera quitarse de encima la sensación de sopor. Por más que se estrujaba el cerebro, nada tenía sentido. En sus recuerdos había un gato que le recordaba al hombre alto y fuerte parado frente a ella, pero ¿Cómo era eso posible?

—No. No sé quién eres —dijo abrumada por una súbita sensación de impotencia.

El hombre empezó a reír, aumentando el desconcierto de la joven.

—Supongo que es lo que merezco por haber pasado toda tu vida vigilándote desde la distancia.

—¿Me vigilabas? —se alarmó la muchacha.

—¡Por supuesto! ¿Acaso creías que alguien como tú podría vivir sin protección? Ya he perdido la cuenta de las veces que habrías muerto si yo no hubiera estado ahí.

—¿Alguien como yo? ¡Esto no tiene sentido! Yo no soy más que una...

—¿Una chica normal y corriente? —Jutin suspiró con condescendencia. —Mi pequeña Kimu, ¿Cuándo vas a dejar de seguir diciéndote a ti misma de que eres como los demás? Estás a un nivel muy superior. Todos esos a los que tanto envidias no son más que gente común y corriente. Son prescindibles, mientras que tú estás más próxima a una deidad.

—Vale... creo que estoy empezando a flipar un poco. ¿Una deidad? —Emma negó con la cabeza incrédula. —¿No crees que estás exagerando?

—¿Me ves con cara de ser exagerado?

Emma lo observó unos segundos y asintió.

—La verdad es que sí. Tienes cara de ser un granuja —replicó. En seguida se arrepintió de sus palabras. A pesar de que se sentía muy cómoda con él, no lo conocía lo suficiente como para hablarle con tanta confianza.

Jutin se echó a reír bajo la mirada suspicaz de Eirian y Alec. Ninguno de ellos terminaba de confiar en aquel extraño ser que pretendía parecer débil, pero desplegaba un muro de poder que los hacía sentir indefensos.

—¿Y quién eres exactamente? —intervino Eirian.

—¿Cómo? ¿Nunca habéis oído hablar de mí? —se sorprendió. Los muchachos se miraron sin atreverse a responder por si acaso se ofendía y los exterminaba a todos de un soplido. —¡¿No sabéis quién es el sabio Jutin?!

—¿Deberíamos? —se aventuró a decir Alec.

—Ah, qué decepción... —Jutin negó con la cabeza. —Esos idiotas se han llevado todo el mérito. Que Emma no me conozca porque ha vivido recluida en Midos toda su vida, bien... lo acepto. ¿Pero los habitantes de Koh? ¡Creí que en mi ausencia mis hazañas se convertirían en leyendas!

—Pues... nop. —Alec negó con la cabeza. —Lamento decepcionarte.

—Jutin... —musitó Eirian pensativo. El nombre le resultaba demasiado familiar y desde hacía tiempo había algo en el fondo de su memoria que le traía recuerdos lejanos. —¿Puede ser que seas...?

Emma y las Crónicas de KohDonde viven las historias. Descúbrelo ahora