Emma y las Crónicas de Koh

Capítulo 4: Otro Mundo

Emma notó un golpe ligeramente amortiguado cuando su cuerpo chocó contra el suelo. Levantó la cabeza aturdida y se sorprendió al ver hierba bajo ella. Cuando se incorporó para tratar de averiguar algo más sobre su paradero, notó un pinchazo en la frente y su mano se movió inmediatamente hacia ahí. Le dolía, pero todo eso quedó en un segundo plano cuando vio que se encontraba en medio de un bosque.

—¿Pero qué...? —alcanzó a decir antes de que la belleza del cielo estrellado la dejara sin palabras. No tenía ni idea de dónde estaba. Nunca había estado en un lugar como ese, al menos que ella recordase, pero tenía que reconocer que parecía un lugar hermoso.

El silencio a su alrededor era roto únicamente por el canto de los grillos, que entonaban sus nocturnas melodías, y el rumor de agua que se oía a lo lejos. A pesar del frío, aquel lugar parecía un paraíso. Se estremeció y echó de menos su chaqueta. Recordó haberla perdido de vista en algún momento cuando intentaba salir de la fiesta y se maldijo por ello. Se frotó los brazos intentando acallar el frío, pero era inútil. 

—¡¿Hola?!— exclamó sin pensar. Estaba perdida y necesitaba ayuda, y como inexperta en el tema, no pensó en las consecuencias que su llamada podría tener en un lugar extraño y salvaje, como parecía aquel. —¡¡HOLA!!— repitió alzando más la voz. La respuesta del silencio fue suficiente para hacerla desistir. 

Caminó sin rumbo, pero estaba demasiado cansada y asustada para adentrarse en las profundidades de aquel extraño bosque durante la noche. Pensó que tal vez por la mañana todo se vería más claro, eso siempre y cuando consiguiera sobrevivir una noche sin abrigo ni protección. De vez en cuando había visto en televisión un programa en el que un hombre tenía que sobrevivir en circunstancias extremas y qué hacía para lograrlo, sin embargo, nunca pensó que en algún momento de su vida eso pudiera serle útil. De haberlo sabido, habría prestado más atención.

Molesta consigo misma, se aproximó a un árbol y se sentó bajo el cobijo de sus ramas. Tenía que volver a casa. No quería pensar en lo enfadada que estaría su madre cuando se levantara por la mañana y no la viera en su cuarto... aunque, bien pensado, tenía una buena excusa. "Fui succionada por un agujero en la pared y me perdí en un bosque salido de la nada... intentaré que no se vuelva a repetir". Se imaginó explicándoselo a su madre. Tal vez no se enfadaría demasiado si conseguía hacerla entender que la situación se había escapado un poco de su control.

Estaba cansada, tenía frío y apestaba a alcohol. Para colmo, la fiesta había resultado ser humillante y decepcionante. Probablemente nada podría haber ido peor ese día. Apoyó la cabeza en el rugoso tronco del árbol y suspiró, como si pudiera aclarar su mente. Cerró los ojos, intentando relajarse un poco. Pretendía concentrarse para trazar un plan de huida, pero ni siquiera sabía dónde estaba. ¿Qué podía hacer? Gruñó mientras daba golpecitos con la parte de atrás de su cabeza en el tronco del árbol, hasta que de repente se quedó helada al notar una fuerte vibración en el suelo. 

Alzó la cabeza alerta y miró a su alrededor. Los grillos habían dejado de cantar y había un silencio absoluto. La vibración fue aumentando en intensidad hasta convertirse en  golpes acompasados. Algo se aproximaba, y parecía grande. 

La oscuridad no le permitía ver con claridad, pero cuando se percató de que las aves que se refugiaban entre las ramas de los árboles salían huyendo, supo con certeza que corría peligro. Sopesó sus posibilidades. Podía tratar de huir, o podía intentar enfrentarse a lo que fuera que venía hacia ella. Al menos era una interacción con un ser vivo. Pero cuando el ruido se fue intensificando, se dio cuenta de que esa no era la opción más inteligente. Después de todo, estaba en un bosque, y podía tratarse de cualquier animal peligroso.