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—En serio eres real —Dean intenta que su rostro no se sonroje con violencia por que Cas lo esta mirando.

Castiel lo esta mirando con ojos de adoración, casi como si deseara tocarlo. Y Dean quiere eso, quiere que Cas lo toque. Quiere dejarse tocar.

—Por un tiempo creí que ya no serías real nunca —Castiel sabe que esta diciendo cosas que no diría a la luz del día. Tal vez es debido a su estado, o tal vez es debido a la paz que siente desde que Dean se acerco a él.

Ambos estan sentados en las gradas. La cabeza del pelinegro esta al frente, sus pensamientos desordenados no hacen mucho para dejarlo admirar la vista; mientras que la cabeza del ojiverde esta girada levemente, él disfruta de la vista del perfil del otro pero no menciona nada respecto a ello.

—Pensé que no querrías que fuera real nunca más —responde el antiguo jugador. 

Novak se queda en silencio, para su acompañante eso es aún más ruidoso que cualquier otra respuesta que pudo haber obtenido. Tal vez, en serio no lo quería de vuelta con él. O simplemente no lo quería de vuelta en la misma ciudad.

—Eso sería muy Lucifer de mí parte —se queja Cas cuando Dean esta a nada de volver a subir al Impala —, y por más que amo a mi hermano, no me siento cómodo pareciéndome a él.

El rubio resopla con diversión. El hecho de escuchar una de sus bromas privadas aún después de tanto tiempo hace que su corazón se sienta cálido y alegre, en este momento, en un campo y con las estrellas sobre ellos, Dean, se siente más en casa de lo que alguna vez lo ha hecho.

Y hombre, ese pensamiento debería asustarlo. Debería tenerlo corriendo con todo hacía el otro lado del país, porque eso suena jodidamente cursi.

Castiel sonríe a medias. Sabe que a veces el ojiverde se pierde en sus propias cosas, el silencio entre ellos es agradable. Como si su impulso no le hubiera ganado el día que Sam había estado en su casa, como si el golpe de Luci nunca hubiera tenido lugar.

Ellos están bien con eso, tranquilos. Así que Cas casi se arrepiente cuando vuelve a hablar:

—¿Cómo estás? 

Es un pregunta fácil, de cortesía. Pero Dean sabía que no era para iniciar una plática boba y superficial. Era, más bien, una pregunta que venía directo de la curiosidad de Cas.

—Hombre... —Dean duda, sus parpados se cierran un segundo y su lengua brevemente humedece sus labios resecos —, estoy tan bien como puedo estar al regresar al lugar donde deje al amor de mi vida con el corazón roto diez años atrás.

—Eso suena jodido, hombre —la mente embotada del pelinegro parece quedarse solo con las partes más llamativas de lo que el otro ha dicho. 

¿Cómo demonios no ha prestado atención a la parte de el amor de mi vida?, Dean farfulla internamente.

—Lo es algo —concuerda —, ¿y tú, Cas? ¿Cómo estás?

—Ebrio —Winchester apenas puede contener una risa pero Castiel continua —, confundido, enojado. Mis hermanos son unos imbéciles.

A partir de allí la conversación fluye. Dean le dice a Cas toda la experiencia de jugar para las ligas mayores durante tres años, le explica acerca de la lesión que lo hizo abandonar el campo. Menciona que fue un poco difícil volver a acoplarse a la vida de estudiante mientras cuida de Sam y hacía lo posible por darle dinero a John para evitar alguna estupidez. Le cuenta sobre como Charlene llegó a su vida, de como le agradece porque le ha seguido el maldito trasero durante años dispuesta a ser su apoyo. Le habla de como la suerte les sonrió al saber de la casa que dicha pelirroja había heredado.

El Grand Slam de Dean Winchester  ||Destiel||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora